LA CURACIÓN Y LA PRESENCIA DE CRISTO EN LOS MOMENTOS DE DOLOR

14 1 0
                                        

«Curó a muchos enfermos de diversos males». Lo propio de un buen amigo es que, cuando algo está saliendo mal, no se retira sino que está contigo. Lo propio de los malos amigos es que cuando te vienen duras, cuando son difíciles, se quitan de medio porque no quieren problemas.

Qué bonito es ver a Jesucristo en los evangelios. Nos narran los evangelistas que siempre se enfrentó al misterio del sufrimiento y al misterio del mal. Es más, existía como una especie de atracción de Cristo por los enfermos, en el sentido de que veía en ellos algo muy suyo.

En definitiva, Él, la razón de venir a la tierra, ha sido y es cargar con nuestras culpas, con nuestros pecados, con nuestras enfermedades, con nuestros sufrimientos. No hay una sola experiencia de dolor en toda la humanidad, ni una sola experiencia de dolor que no haya pasado por el corazón de Cristo. Y, por tanto, todos los dolores que tú has sufrido, todo lo que ha pasado en tu corazón, tus decepciones, tus enfermedades físicas, tus agonías, las muertes, todo ha pasado por el corazón de Cristo.

Por eso dice que Jesús curaba a los enfermos de diversas enfermedades, no solamente de las enfermedades físicas, también de las enfermedades psicológicas y, por supuesto, de las enfermedades espirituales, porque Dios tiene un lugar especial para estar en el misterio del sufrimiento humano.

Leemos en San Mateo, por ejemplo, que en el juicio universal, Jesús dirá a los Bienaventurados: "Venid vosotros, benditos de mi padre, heredad el reino, porque estuve enfermo y me visitasteis". "Cuándo, Señor, te vimos enfermo", dice, "cada vez que lo hacíais con uno de estos, los más pequeños, lo estáis haciendo conmigo". Y, por tanto, fijaos, no puede ser más evidente que Jesucristo quiere estar en cada situación de dolor del ser humano.

Esto nos tiene que llevar a que nosotros no siempre tenemos que tener una vida de rachas buenas, todo maravilloso, todo ideal. "Qué bien mis hijos como me quieren mis hermanos, como me respetan". No, Dios permite muchas veces que todos pasemos por situaciones oscuras, de inseguridad, de fragilidad, de error, de miedo, y eso no significa que nos quiera menos.

Es más, el espacio más privilegiado para encontrarse con Dios muchas veces es el espacio de la pobreza personal, del desconcierto, de la amargura y de la pena. Es que Él está ahí. Porque además, es propio del amigo, es cuando más lo necesitas. A veces, incluso en esas situaciones, juega al escondite y no se nota que está, pero cuando ya ha pasado esa racha y te das cuenta, dices: "Si no hubiera sido por Dios, yo no me hubiera sostenido, si no me hubiera apoyado en Él y no hubiera encontrado su gracia, yo no hubiera salido adelante nunca".

Ese es el modo elegante de estar en el que no nos obliga a nada, pero a la vez, sin que nos demos cuenta, nos va apoyando, nos va iluminando, nos va fortaleciendo, nos va consolando, nos va sosteniendo. Por eso, déjate curar por Cristo, deja tus diversas enfermedades, tus diversos males, que sean ungidos por Él, y verás cómo toda tu vida la vivirás desde una perspectiva inesperada y nueva.

TIEMPO ORDINARIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora