Señor mío y Dios mío. Esa es la jaculatoria, la expresión de asombro y de alabanza que el apóstol Santo Tomás pronunció al encontrarse con Jesucristo resucitado. Creo que casi todos conocemos la historia de este apóstol cuya fiesta celebramos hoy. El apóstol, el día de la resurrección, no estaba con el resto de los apóstoles. Tenía miedo y, al oír que le dijeron: "Oye, que hemos visto al Señor, que ha resucitado", él respondió: "Si no lo veo, si no lo toco, si no lo compruebo por mis sentidos corporales, eso es imposible".
Entonces, cuando Jesús, al cabo de 8 días, se encontró con los apóstoles, y Tomás ya se había reunido con ellos porque también los quería, Jesús le dijo: "Tomás, ven, trae tus manos, trae tu mano, ponla en mi costado, trae tu dedo y ese dedo que entre en las heridas de mis muñecas y de mis tobillos, y no seas incrédulo, sino creyente". Entonces, Tomás se rinde y dice: "Bueno, ya no solamente encuentro que eres mi Señor, es que encuentro que además de ser Señor, además eres Dios".
Esta jaculatoria es una expresión que muchas personas decimos. Yo también, al celebrar la Santa Misa, por ejemplo, cuando es el momento de la consagración y el sacerdote muestra al pueblo a Cristo que acaba de llegar a la Eucaristía, muchos decimos: "Señor mío y Dios mío", porque, aunque no vemos el rostro de Jesús ni sus llagas, sabemos con la certeza de la fe que Él está ahí y le proclamamos como Dios y como dueño de nuestra vida.
Qué bonito es ver que los apóstoles no eran hombres perfectos, como nosotros, que tenían dudas, como las tenemos nosotros, pero que, en cuanto eran un poco dóciles y se incorporaban al grupo apostólico y estaban con los demás, efectivamente, el Señor se manifestaba. Mirad, es muy difícil tener fe si no es una fe compartida, si no es una fe que se vive cada domingo en la parroquia, en la iglesia, con otros hermanos. Saber que yo tengo que rezar el Credo junto con otros hermanos o el Gloria, contestar a la palabra de Dios juntos, porque te das cuenta de que hay otros hermanos que son creyentes como tú, que tienen luchas como tú, que no eres un raro, que no eres alguien excepcional. Esa fe que tú has recibido en tu familia y que el Señor ha fortalecido no es algo subjetivo tuyo ni particular, es algo que debería ser mucho más normal y expresarse con mucha más naturalidad.
El apóstol Tomás solo encontró a Jesús cuando estuvo con la iglesia, es decir, con el colegio apostólico. Sin la Iglesia de Cristo es muy difícil encontrarse con Él, sobre todo con Jesucristo resucitado. Sin la iglesia podrás saber cosas de Jesús, leer cosas de Jesús, estudiar sus cosas, pero sin la iglesia no podrás estar con su persona. Necesitas de la iglesia para estar con Él y, por tanto, estos días de verano y de vacaciones, no dejes de estar con Jesús en la iglesia. Será más difícil, costará más, pero es el momento más precioso de la semana para estar con aquel que te llamó a la vida y que te quiere regalar la vida eterna.
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TIEMPO ORDINARIO
SpiritualEl Tiempo Ordinario es la temporada en la que celebramos la vida y las enseñanzas de Jesucristo y lo que significa ser su discípulo. El nombre de este tiempo deriva de la palabra ordinal, que significa "contar". Es llamado Tiempo Ordinario porque la...