LA ESPERANZA EN JESÚS ANTE LA PÉRDIDA

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Mi hija acaba de morir. Pero ven tú y vivirá. Este es el grito desesperado de un padre que pierde aquello que más ama. Como es lógico, no hay tragedia mayor que un padre o una madre que ven morir a un hijo. En esos momentos tan trágicos, tan extremos, que son indescriptibles, es Jesús el único que puede dar esperanza cuando, aparentemente, lo has perdido todo o, por lo menos, has perdido lo que más te importaba.

Solamente Jesús puede darte la esperanza de que la vida puede seguir teniendo valor, de que la vida puede seguir siendo importante. Primero, porque él es el autor de la vida, porque la vida no es una burla, no es una broma para que dure 7 años, 10 años, 30 años, o 70 años, sino que la vida es para siempre. Decía el apóstol San Pablo que los dones de Dios son irreversibles. Cuando Dios da un don, no es para jugar contigo; no te da un regalo para luego quitártelo y molestarte. Cuando se te regala la vida de alguien que significa mucho para ti, es algo maravilloso. Es verdad que puedes estar un tiempo sin disfrutar de esa persona, pero no significa que la hayas perdido para siempre.

Por eso, en Cristo, solo en Cristo crucificado y resucitado, encontramos una esperanza. La esperanza es como una pequeña luz cuando todo está oscuro. Cuando entras en un cuarto y se apagan las luces, no sabes por dónde ir, extiendes las manos para no chocarte, y de repente ves que por una pequeña rendija hay un poquito de luz. Si esperas un poco, te darás cuenta de que, hasta que tus ojos se acostumbren, poco a poco irá entrando un poquito más de luz, y verás por lo menos las siluetas, los obstáculos más importantes, y podrás caminar hacia una salida.

Todos necesitamos la luz de la esperanza que Jesús nos da. ¿Cuáles son las grandes cosas, las grandes situaciones o las personas que has perdido y que realmente te hacen decir: "Mira, Señor, solo en ti puedo encontrar una palabra de salvación"? En este caso, para el hombre del Evangelio, era su hija. Pero a lo mejor tú has perdido un gran trabajo, has perdido a una persona que se fue a la vida eterna, has perdido la juventud o la salud, has perdido una oportunidad maravillosa. No te preocupes, cuéntaselo a Cristo, ponlo en manos de Cristo, que él va a llenar tu corazón. Si estás en tinieblas, él te va a dar ese pequeño rayo de esperanza.

Lo único que hay que hacer es dejar que el tiempo de Dios suceda, dejar que los dones de Dios sean en el tiempo de Dios y no en tu tiempo. Nos gustaría que todo fuera ya, nos gustaría que todo fuera ahora, y sin embargo, la esperanza templa nuestra paciencia. La esperanza nos enseña a saber, como dice la palabra, esperar y dejar que las cosas sucedan. No porque nosotros las vamos a conseguir, hay cosas que solo pueden suceder porque Dios permite que sucedan.

Por tanto, mira a este padre en esta escena evangélica, que lo ha perdido todo, que ha perdido lo más importante de su vida. Ante esa pérdida, solo hace una cosa: invocar a Jesús, pedirle a Jesús que le acompañe, que vaya con él, porque sabe que con Jesús, hasta incluso la muerte de su hija va a tener solución.

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