EL VERDADERO VALOR DE LA VIDA Y LA ETERNIDAD

13 1 1
                                    

¿De quién será lo que has preparado? Nuestro Señor nos presenta una parábola acerca de aquellas personas que creen que, acumulando muchas riquezas y bienes materiales, tienen asegurada su vida. Es más, aquí en Perú solemos decir que hay personas que quieren ser "las más ricas del cementerio", dando a entender que a la vida eterna no nos llevaremos nada material. Todo queda aquí, y por tanto surge una constante pregunta que debemos hacernos: ¿en qué invierto mis esfuerzos? ¿Qué es lo que más me importa? ¿Tener mucho dinero en el banco, tener una capacidad económica que me permita pagar médicos, vacaciones, ropa, pensando solamente en el presente?

Pero, ¿la vida se puede vivir pensando únicamente en el tiempo o también en la eternidad? No digo que haya que olvidarse de las cosas temporales, claro que está bien poder ir al médico y pagarlo, claro que está bien tener ropa suficiente y otras cosas, pero sin olvidar que lo que verdaderamente importa es la eternidad.

Por eso Jesús cuenta esta parábola, refiriéndose a un hombre que se preocupaba única y exclusivamente de llenar sus graneros, de tener más que suficiente para el resto de su vida, y se dedicó a vaguear, descuidando su alma y pensando solamente en lo que pasaba en el tiempo. No está de más que alguna vez nos preguntemos: Señor, cuando me encuentre cara a cara contigo al comienzo de la eternidad, ¿cómo será nuestra conversación? ¿Qué me preguntarás? ¿De qué me he ocupado, a quién he cuidado, en qué he gastado mis recursos, mi dinero? Si al final solo puedo decir: "Señor, siempre yo primero, siempre lo más importante mis vacaciones, mis gustos, mis caprichos, mis cosas", será una vida muy pobre.

Hay un refrán que dice: "Era un hombre tan pobre, tan pobre, que solo tenía dinero". No tenía amigos, no tenía familia porque los había despreciado, no tenía relaciones, solo dinero y cosas materiales. Y esa es la peor de las pobrezas: tener solo cosas materiales.

Tal vez la palabra de vida de hoy nos invite a preguntarnos: ¿Invierto en la eternidad? ¿Hago realmente con cuidado y cariño las cosas para que, de algún modo, permanezcan en la eternidad? No es que el Señor tenga que pagarnos, pero sabemos que cualquier acto de amor es eterno. Por lo tanto, claro que quiero hacer cosas que queden para la eternidad. No es que tenga que "comprar el cielo" o la eternidad, pero me interesa cuando, al encontrarme con el Señor, pueda decir: "Señor, he querido amar, he querido entregarme, he querido hacer el bien". Lo habré hecho mejor o peor, pero sabes que esa ha sido mi intención. Ahí, efectivamente, habremos acertado y encontrado el verdadero valor de lo importante en la vida.

TIEMPO ORDINARIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora