EL DESAFÍO DEL SUFRIMIENTO Y EL VALOR DE AMAR

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Mis ojos han visto a tu Salvador. Hoy celebramos en la iglesia esta fiesta tan entrañable de la presentación del Niño Jesús en el templo y, a la vez, la purificación de la Virgen María.

Es un día en el que la liturgia nos invita a entrar con candelas y luces en el templo, recordando que Jesús es la luz de los pueblos. Es una fiesta que hace un puente entre lo que es la Pascua de la Natividad de Jesucristo y la Pascua de la Resurrección, recordándonos que Jesús ha venido a iluminar.

Hay varios personajes, por supuesto, siempre centrales: Jesús, por supuesto, también María y después José. Pero hay un anciano que, al encontrarse con María, José y el niño Jesús, hace esa profecía tan maravillosa y a la vez tan dura. Porque después de haber dicho que el Señor le puede llevar ya a su descanso porque ha visto al Salvador, le advierte a María y le dice que este niño va a ser un signo de contradicción para muchos, para que se vean las actitudes de los corazones.

Le dice a la Virgen: "A ti una espada te atravesará el alma", como diciéndole que vas a ser la madre del Mesías, sí, va a tener un título maravilloso, pero no va a ser fácil. Es que nada importante en la vida es fácil, las cosas valiosas de verdad, no las que cuestan dinero. Las cosas valiosas, como sacar una familia, criar a un hijo, sacar adelante una carrera, sacar adelante un trabajo del cual dependen los tuyos, supone mucho sacrificio, supone muchas veces mucha renuncia, mucho sufrimiento.

Es que el camino de la voluntad de Dios no suele ser el camino de lo fácil, sino el camino de los intrépidos, de los que están dispuestos a dejarse la piel o lo que haga falta en el camino por amor a los demás. Y por eso María es advertida: "A ti una espada te atravesará el corazón", y además, en algunas versiones, dice "una espada de siete filos", como todos los dolores que pueden existir, existirán en ti.

María ya conocía esto, puesto que conocía las Sagradas Escrituras y conocía todo lo que del Antiguo Testamento se había dicho acerca de la pasión del Mesías, y ella lo aceptaba porque María sabía que amar es arriesgarse a sufrir. María sabía que amar era poner la vida a disposición de otra persona cueste lo que cueste y pagando el precio que haga falta.

En nuestra sociedad, queremos que todo sea fácil, queremos que todo sea cómodo, pensamos que el sacrificio es una maldición y que el sufrimiento siempre es malo, y no es así. El sufrimiento no necesariamente es malo; es más, muchas veces el sufrimiento es un camino de purificación, es un camino de fortalecimiento, es un camino de demostrar hasta qué punto estás dispuesto a luchar por una causa o amar a una persona. Todas las personas que huyen del sufrimiento, que son cobardes y no quieren enfrentarse a las luchas de la vida, son personas que acaban al final esclavas del miedo y profundamente infelices.

Somos invitados hoy a mirar a Jesús, que es la luz, para que ilumine todos esos sufrimientos nuestros y nos haga valientes. Señor, que yo no sea cobarde, que yo no quiera huir de aquello que es el plan de tu vida para mí, y que es un plan de sufrimiento, que tu vida suceda en mí a pesar de los pesares. Con María lo alcanzaré.

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