SEGUIR A JESÚS: UNA AVENTURA APASIONANTE Y TRANSFORMADORA

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"Sígueme", esta palabra ha resonado en el corazón de cientos de miles de millones de personas desde que Jesús de Nazaret lo dijo por primera vez a sus discípulos y a tanta gente que después se enamoraría de su figura. ¿Qué significa seguir a Jesús? No significa ser una fotocopia de Cristo, no significa copiar, sino que el camino que él anduvo también tenemos que realizarlo nosotros.

Seguir a Jesús es, por supuesto, estar tan convencido de que Jesús es el Salvador del mundo. Y al decir "del mundo", no decimos del globo terráqueo, decimos de la humanidad, pero también de mi mundo, de mi humanidad, de mi historia. Y si yo a veces me meto en laberintos, en líos, me siento perdido, sé que hay unas huellas que son las huellas de Cristo, que, si las sigo, puedo identificarme con él y puedo no ser parecido a Cristo, sino ser el mismo Cristo en medio de los hombres.

Y por eso, sí, todos tenemos ilusión por seguir a Cristo. Seguir a Cristo no es solamente escuchar sus palabras, seguir a Cristo es ese plan que Dios tiene para cada uno de nosotros, saber que él lo está compartiendo y que él lo está viviendo. Que Dios tiene previsto un plan de sufrir, Jesús sufre contigo; que Dios tiene un plan de gozar, Jesús goza contigo; que tiene un plan de que te esfuerces, el esfuerzo lo hará él por ti y contigo. Pero es en todo, en cada instante de nuestra jornada, dejar que Cristo esté para que Cristo nos salve, para que Cristo nos saque adelante de todos aquellos atolladeros, de todos aquellos bloqueos que nos pueden surgir.

Qué pena la gente que ya no tiene ganas de seguir en el camino de la vida, en el sentido de que no tiene meta, que no tiene ilusiones, que se piensa que ya lo ha visto todo o que lo ha hecho todo, o que se aburre, o que ya no tiene ganas de nada porque se siente decepcionada. Y Jesús, cuando te mira y te dice "Tú sígueme, yo te mostraré un camino nuevo, yo te mostraré un sendero nuevo conmigo", aunque hagas todos los días las mismas cosas, cada día serán diferentes, porque cada día yo las haré nuevas contigo.

Entonces te das cuenta de cómo seguir a Cristo es algo apasionante. Seguir a Cristo es algo difícil, pero es algo bien bonito, la aventura más maravillosa que nunca podrás realizar. Y por eso, deja que el Señor hable en tu interior y te pregunte: "¿Tú quieres seguirme o prefieres seguir tu ruta? ¿Tú quieres encontrarme o prefieres seguir caminando solitario? ¿Tú quieres de algún modo darme la mano, identificarte de tal modo conmigo que podamos decir lo tuyo es mío y lo mío es tuyo?" Esa es la actitud y ese es el corazón del cristiano, y eso es realmente lo que significa ser discípulo de Jesús: no tenerle como un ideal en el sentido de una idea muy bonita, sino tenerle como un compañero, tenerle como un amigo, tenerle como lo que es, un Salvador, un Rey que reina dentro de mí y que me conduce por los caminos de la vida sin que me pierda, sin que me caiga. Y si me equivoco, me caigo, me pierdo, él me levanta.

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