RABBUNI, HAZ QUE RECUPERE LA CLARIDAD

27 0 0
                                    

Rabbuni, haz que recobre la vista. Este domingo, el Evangelio nos lleva a una escena preciosa en la que un ciego le pide a Jesús que vuelva a ver, que recobre la vista. Es decir, se trata de un hombre que, al parecer, antes veía las cosas con claridad; sin embargo, una enfermedad lo dejó completamente ciego, y ahora anhela recuperar la visión que tuvo antes de enfermar.

Miren, en nuestra vida ocurre algo similar con la vida interior: cuando somos jóvenes o al inicio de nuestro camino, parece que tenemos muchas cosas claras. Tienes muy claro, quizás, tu vocación matrimonial; yo, en mi caso, mi vocación misionera. También tengo muy claro que quiero sacar adelante ciertas cosas. Pero, sin darnos cuenta, los ojos del alma pueden irse deteriorando, y podemos quedarnos ciegos. En la vida, hay muchos momentos en los que decimos: "Dios mío, no sé qué hacer, no sé por dónde ir". Antes lo veía todo con claridad, y ahora estoy lleno de dudas y miedos. No sé si tomaré la decisión correcta.

Qué bonito es, entonces, acercarse a Jesús y decirle: "Maestro, haz que vuelva a recobrar la vista, que vuelva a ver como veía antes. Dame claridad; dame la certeza de que la decisión que tomo, aunque no sea la más segura, es la que entiendo como la mejor". Porque, en efecto, en cada decisión hay un riesgo. El Señor no espera que decidas todo con una seguridad absoluta, sino que te des cuenta de los principios cristianos, que los apliques en tu vida, y que pidas el auxilio del Espíritu Santo para volver a ver.

Miren, comprendo que a veces tomar decisiones es un riesgo; comprendo que en la vida enfrentamos crisis y dudas serias. En ocasiones, nos asalta el pensamiento de abandonar todo, el cansancio nos pesa y la desmotivación nos invade. Pero no debemos rendirnos: no abandones a tu familia, no abandones tu vocación, no abandones a las personas que dependen de ti, no abandones tus principios ni tu identidad. No abandones aquello que siempre has querido ser, aunque ahora todo te parezca absurdo, sin sentido, o un esfuerzo inútil.

Escuchamos los "cantos de sirenas" que nos rodean, pero necesitamos ser fieles. La fidelidad, decía San Juan Pablo II, es el nombre del amor en el tiempo. Ser fiel significa mantener vivo el amor. Siempre habrá necesidad de rectificar, purificar y mejorar, pero necesitamos ver con la visión de Dios, con la mirada de Dios, y con la misma fuerza que tuvimos en la primera hora de nuestra fe, en aquella primera hora de nuestra vocación, cuando queríamos comernos el mundo y no que el mundo nos devorara.

No te preocupes, porque el Señor te dará la energía necesaria para que el mundo no te coma. Apóyate en Él. Pídele no solo claridad, sino también caridad, fortaleza, y el discernimiento para saber: "Señor, ¿qué quieres de mí? ¿Qué quieres que haga? ¿Cuál es la decisión correcta?". No siempre será la mejor decisión, pero a veces será la menos mala. El Señor quiere que acudamos a Él cuando estamos desconcertados en la vida, que seamos fieles y que llevemos adelante Sus enseñanzas.

TIEMPO ORDINARIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora