EL MISTERIO DEL TRIGO Y LA CIZAÑA: LA PRESENCIA DEL MAL EN EL MUNDO

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"Dejadlos crecer juntos hasta la siega." El Señor explica a sus discípulos una parábola muy misteriosa, la del trigo y la cizaña. Un sembrador que tiene un campo preparado pone la semilla, pero el enemigo, a escondidas, siembra también cizaña en medio del trigo. Cuando el sembrador lo ve, dice: "¿Qué hacemos? ¿Arrancamos la cizaña?" Pero responde: "No, porque al hacerlo, podría arrancar también el trigo".

Esta parábola es importantísima porque aborda la gran pregunta que nos hacemos todos los días: "Dios mío, ¿por qué existe el mal? ¿Cómo es posible que la gente mala se salga con la suya? ¿Cómo puede permitir Dios que alguien cometa un asesinato o violencia de género, o que haga daño a un niño?" Hay tantas cosas escandalosas que nos llevan a pensar que hay seres humanos que, aparentemente, no merecerían vivir, que sería mejor que no hubieran existido.

Ese es el misterio del enemigo, aquel que pervierte el corazón del hombre y lo puede estropear. Antiguamente se decía que la corrupción de los mejores es la peor. Cuando alguien con muchos talentos y cualidades abandona la luz, se va a las tinieblas y dedica toda su inteligencia y recursos a hacer daño, es terrible y muy misterioso.

¿Por qué Dios no interviene? Hay gente que incluso se enfada con Dios, pensando que Él podría haber evitado genocidios que han sucedido a lo largo de la historia, empezando por la matanza de los inocentes pocos días después del nacimiento de Jesucristo, ordenada por el Rey Herodes.

Es el misterio de que Dios nos llama a la vida, pero también es el misterio de que el enemigo de Dios puede engañarnos. Depende de cada uno de nosotros ser esclavos del enemigo de Dios, servidores del mal, o servidores de Cristo, servidores de la luz. Tienes que posicionarte, saber dónde quieres estar. No puedes decir: "Soy servidor de la luz, pero hago trampas, miento, me aprovecho y engaño". No te engañes: o estás en un bando o estás en el otro. No puedes estar en ambos a la vez.

Hay que elegir, aunque tus debilidades no te dejen ser completamente del bando de la luz, nunca justifiques tus errores. No está bien guardar rencor, odiar, mentir, quitar las cosas a los demás, herir, destruir o hacer daño a nadie. Estas son cosas en las que tenemos que elegir.

Por eso, es el misterio de un Dios que nos llama a la vida y que, porque respeta al máximo la libertad del hombre y siempre espera nuestra conversión hasta el último instante, permite misteriosamente que sucedan esas cosas. Solo Cristo crucificado, solidario con nuestro dolor, puede darnos consuelo y esperanza.

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