LA VIRGEN MARÍA: PILAR FIRME DE NUESTRA FE

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Bienaventurado el vientre que te llevó. Hoy celebramos la fiesta de Nuestra Señora del Pilar, que es tradición en la vida de la Iglesia española. Se cuenta que, cuando el apóstol Santiago evangelizaba España, en su cansancio, cerca del río Ebro, recurrió a Dios, y Dios le envió a su Madre Santísima. Ella le mostró un pilar al apóstol y le dijo que, así como ese pilar es firme y sostiene todo, la fe en España sería firme y no faltaría.

Desde entonces, hemos visto cómo el cristianismo y la vivencia de la fe en ese suelo español siempre han estado acompañados de la Virgen María. Del mismo modo que tenemos un credo que es el cimiento de nuestra fe, María forma parte de ese credo, de ese cimiento. María es un pilar, y el pilar es esa columna que sostiene el edificio. De manera que, si retiras el pilar, el edificio se caerá. Porque, efectivamente, aquella persona que no tiene presente a la Virgen en su vida cristiana corre el riesgo de que toda su espiritualidad y su caridad se derrumben. Sin María, Jesús no quiso hacer nada: no quiso llegar al mundo y no quiso terminar la redención.

De hecho, al pie de la cruz estaba María, y solo cuando Jesús le dice: "Mujer, este es tu hijo", y el discípulo la recibe en su casa, Él puede decir: "Todo está cumplido". Hasta que María no asiente y el discípulo la recibe en su casa, Jesús no considera su tarea cumplida.

Por eso, hoy es un día muy bonito para preguntarnos: ¿qué espacio ocupa en nuestra vida el amor a la Virgen? El amor a la Virgen es un don, tenerle cariño, buscar su calor, sentirnos seguros a su lado. Eso es un don precioso de Dios. No todo el mundo tiene devoción a la Virgen, no todos encuentran en María ese cariño y esa ternura. Oímos muchas canciones, pero parecen canciones de personas de otras generaciones, de otras épocas. Sin embargo, ¡qué pena cuando no experimentamos la ternura de María y su cercanía, como experimentamos cuando somos pequeños la ternura y la proximidad de nuestra madre!

Ella es verdaderamente Madre de Dios, sí, pero también, por voluntad de Cristo, es Madre nuestra. Y por eso, hoy es un día precioso para encomendarnos a la Virgen. Hoy es un día precioso para pedir a la Virgen del Pilar, igual que le dijo a Santiago: "La fe no faltará". Que no falte la fe en nuestras familias, en vuestros hijos, en vuestros nietos, en las personas que amáis y que queréis que sean creyentes. Que encuentren esa solidez y firmeza, como el pilar sostiene todo el edificio, que a través de María el edificio de su fe nunca se derrumbe. Aunque vengan las tempestades o los terremotos, que nunca falte la fe, porque al final lo que realmente hace grande a un hombre son sus relaciones: su relación con Dios, con los demás y consigo mismo. Pero, especialmente, lo que nos hace grandes es nuestra relación con Dios.

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