La gente comió hasta quedar saciada. Es curioso cómo el corazón del hombre es una realidad que nunca está saciada del todo. En el fondo, siempre nos sentimos un poco insatisfechos y los momentos que hemos experimentado de plenitud pasan muy rápido.
Mucha gente, aunque tenga muchas cosas, siempre desea más. Aunque hayan vivido situaciones muy bonitas, se imaginan que podrían prolongarse en el tiempo y temen perderlas. Solo Dios sacia, solo Dios llena, porque las cosas de la Tierra, como sabemos, están sujetas al tiempo. Incluso las cosas más bonitas, cuando las disfrutamos y las gozamos, tememos perderlas.
Cuando Jesús alimenta a su pueblo, vamos a escuchar en el evangelio la multiplicación de los panes. La gente quedó saciada, la gente quedó llena. Además, no es solo saciarse de la abundancia del comer, sino que la gente había conocido como el amor de Dios se convierte en obras y se fue con un corazón lleno. Quedó en ellos un amor de Dios que nunca terminaría. Algunos lo rechazaron, pero para muchos era la posibilidad de que el amor de Dios entrara en su corazón y nunca se marchara.
Sin ser pesimistas, las cosas del mundo pasan, las cosas del mundo duran un tiempo, brillan, pero después se olvidan. Todo lo que la gente dice que pasará, todas las cosas que tienes, las tendrán otras personas. Dentro de unos años, todo aquello que te importa tanto y que te parece tan esencial tendrá muchísimo menos valor.
Por eso, efectivamente, tu corazón muchas veces puede quedar insatisfecho. Pero a lo mejor te has volcado y has dado la vida porque tengan mucho dinero, porque tengan muchos estudios, porque tengan mucha categoría, porque tengan todo lo que tienen. Lo pueden perder si lo descuidan. Sin embargo, las cosas del corazón y las cosas del amor, es decir, las cosas de Dios siempre sacian, siempre llenan, y además te invitan a más. Pero no con amargura, sino porque como te ha gustado tanto y sabes que hay mucho más para ti, abres tu corazón a lo trascendente y a lo divino.
Cuánta gente que empieza a hacer oración dice: "Oye, qué bien. Estoy. Quiero aprender a rezar más. Cómo me gustaría, Señor, estar más cerca de ti, conocerte en mayor profundidad." Y entonces te das cuenta de que Jesús sacia, y a la vez que sacia el corazón, deseas que haya más, que haya más intimidad, que haya más proximidad, que haya más confianza. Por eso, no quieras llenar tu corazón en cuatro cosas que hoy están y mañana no. No quieras darlo todo por situaciones materiales o incluso emocionales que hoy son y mañana no.
Centra tu corazón en lo que es eterno. Centra tu corazón en lo que siempre te va a saciar. No olvides que Jesús ha preparado para nosotros una eternidad donde nuestro corazón quedará definitivamente saciado. Será un estallido eterno de amor, y no anhelarás nada más que vivir lo que estás viviendo. Y eso solo puede suceder después de nuestra muerte y, por supuesto, de asociarnos a su resurrección.
Por eso, sí, ojalá, Señor, que cuando yo esté contigo, quede saciado de ti y que me dé cuenta de que solo tú y la vida eterna pueden calmar nuestro corazón. San Agustín lo decía muy bonito: "Nos creaste, Señor, para ti, y nuestro corazón estará inquieto hasta que descanse en ti."
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TIEMPO ORDINARIO
SpiritualEl Tiempo Ordinario es la temporada en la que celebramos la vida y las enseñanzas de Jesucristo y lo que significa ser su discípulo. El nombre de este tiempo deriva de la palabra ordinal, que significa "contar". Es llamado Tiempo Ordinario porque la...