SANTA BRÍGIDA: EJEMPLO DE SANTIDAD Y ENTREGA A LA VOLUNTAD DE DIOS

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El que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante. Celebra la Iglesia la fiesta de Santa Brígida, una mujer del siglo XIV, mística, que conocía perfectamente las Escrituras y era muy culta, pues pertenecía a una familia aristocrática. Fijaos que esta mujer, San Juan Pablo II la propone como patrona porque es un modelo, por un lado, de una persona bien formada y culta, y por otro, de madre de familia, ya que tuvo ocho hijos. En tercer lugar, fue una mujer que, al final, entendió que una vez que terminaron sus compromisos sociales, quería ser solo de Cristo. De hecho, es fundadora de una orden religiosa que todavía persiste.

Qué bonito es saber que todas las personas casadas, solteras, viudas o separadas, en cualquier situación, están llamadas a la intimidad completa con Cristo. Y de algún modo, el Papa quiere que nos fijemos en ella, y no solo los monjes contemplativos, sino también las madres de familia. Ella, en un momento concreto, siempre buscó la santidad y supo dónde debía estar y qué le pedía el Señor.

Lo que nos hace santos no son las muchas horas de oración, no es estar todo el día con el rosario, aunque eso es importante. Lo que nos hace santos es hacer la voluntad de Dios, saber dónde Dios quiere que estemos, permanecer en ese sitio y desde ahí cumplir su voluntad. Por eso el evangelio dice: "El que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante." Permanecer en Cristo es estar donde Cristo está, donde Él quiere que estemos. Y Cristo está en tu familia, en tu trabajo, en tus diversiones, en cualquier lugar donde su voluntad se manifieste.

Por eso no te olvides y pide al Señor que te haga entender que los santos no eran personas extraterrestres ni distintas, eran personas normales. Santa Brígida, por ejemplo, era una mujer normal, una chica joven que fue casada sin contar con ella porque en aquella época era así. Siempre hizo lo que el Señor le daba a conocer. Conocer la voluntad de Dios no es sencillo, pero tampoco imposible. Dios manifiesta su voluntad a través de los acontecimientos, leyendo el evangelio y, finalmente, en la conciencia, ese santuario interior que todos tenemos, donde el Señor nos hace ver, bien sea por el movimiento de la paz o del sosiego, lo que está bien y lo que no en nuestras vidas.

¿Crees que estás haciendo la voluntad de Dios? ¿Crees que estás viviendo lo que Dios espera y quiere de ti para tu bien? Porque Él no necesita nada de ti; todo lo que te pide es por tu bien. Pues entonces, sigue adelante en ese camino, aunque te cueste todo. Si tienes dudas, párate un momento, pregúntale a Él, escucha su voz en tu conciencia y entonces comprenderás su voluntad. Hacer la voluntad de Dios te hará santo, un poco en la tierra y, por supuesto, después en el cielo.

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