CONFIANZA Y ESPERANZA: VENCE EL MIEDO AL FUTURO

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No os asustéis por el mañana. Mirad, el miedo siempre hace referencia al futuro: "aprobaré este examen", "haré bien este viaje", "le saldrá bien el trabajo a mi hijo", "¿esta enfermedad se curará o no se curará?". Fijaos que el futuro siempre, como no tenemos control sobre él, nos puede provocar agobio. De hecho, hay gente que vive todo el rato pensando en lo horrible que puede ser el futuro.

Existen dos tipos de personas: las personas con esperanza y las personas que siempre ven el peor escenario. Las primeras piensan: "Bueno, si Dios va a estar, ¿por qué me voy a agobiar? Si Dios siempre me ha ayudado, ¿por qué me va a dejar de ayudar en el futuro?". Estas son personas positivas y optimistas que se ponen siempre en el mejor de los escenarios. Por otro lado, están las personas que piensan: "¡Qué horror! ¿Y si pasa esto? ¿Y cuando pase, qué voy a hacer? Entonces, nos vamos a quedar en la calle". Estas personas siempre se colocan en el peor de los escenarios: "esta enfermedad no tiene solución", etc.

Bueno, vamos a ver el escenario que Dios irá poniendo. Él sabe perfectamente lo que va a suceder dentro de un año, dentro de diez o dentro de treinta, y Él va a estar. Por eso, Jesús dice: "No os agobiéis por el mañana". No invirtáis demasiado tiempo ni demasiadas energías en intentar resolver ahora lo que no sabéis si va a ser o no va a ser. Confía. ¿Te ha fallado Dios alguna vez que lo has invocado? A lo mejor no ha cumplido tus planes y ha hecho unos planes alternativos que no eran los tuyos, pero eso no significa que te haya fallado. Porque siempre que lo has invocado, lo has podido encontrar cerca de ti.

Por tanto, pregúntate: ¿a mí qué es lo que más miedo me da del futuro? ¿Quedarme solo? ¿Fracasar en el trabajo? ¿La economía? ¿La salud? No sé. De todo eso hay que acostumbrarse a ponerlo en manos de Dios. El futuro es propiedad privada de Dios y no podemos traspasar esa propiedad privada. Es como una valla de una hacienda que dice: "No pasar. Propiedad privada". Y si intentaras pasar, sería inútil porque el futuro no lo podemos conocer.

El ser humano siempre tiene un afán de controlar grandísimo. Nuestra vida es un acto de confianza. No podemos saber qué va a pasar, pero sí podemos saber que Él nunca nos va a fallar. Porque Dios me ha ayudado y Dios me va a ayudar. Esa fue la fe del pueblo de Israel y esa es la fe de los cristianos. Porque Jesucristo ha resucitado y ha vencido la muerte, también vencerá mi muerte y vencerá mi pecado y todo el mal que me pueda acosar.

Por tanto, nosotros vivimos de una virtud que es un don: el don o la virtud teologal de la esperanza. Y la esperanza es una pequeña luz que entra en medio de nuestra oscuridad. No es un foco de luz, sino una luz muy tenue que te hace ver unas pocas cosas, pero sobre todo que te indica el sendero. No te rindas, no te canses, sigue sonriendo, sigue luchando, sigue poniendo el mejor de los escenarios. Esa es la esperanza, ese tenue rayo de luz pequeñito que entra en tu oscuridad para que sepas por dónde tienes que seguir caminando. Por tanto, pídele a Dios no agobiarte por el mañana, que cada día tiene su afán.

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