Se les pedirá cuenta de la sangre de los profetas. Son muchos los que hablan de libertad, pero son muy pocos los que hablan de responsabilidad. La gente quiere ser libre, quiere tomar iniciativas, pero luego no asume las consecuencias de sus actos o decisiones. Incluso, cuando esas consecuencias son onerosas, cansadas o pesadas, comienzan a quejarse y a justificarse.
Jesús recuerda especialmente a los fariseos, que son los hijos de los profetas de aquel tiempo, que se les pedirá cuenta de la sangre de los profetas, en el sentido de que tendrán que responder por las acciones que hicieron en contra del bien, lo cual es lógico.
A todos nos encantaría un Dios que perdona, ese Dios que dice: "No pasa nada porque yo soy amor y lo perdono todo." Sí, claro que Dios perdona, pero Dios perdona a quien quiere ser perdonado, y solo busca el perdón quien reconoce que ha hecho mal. Por tanto, es muy importante que los cristianos, de vez en cuando, hagamos un examen de conciencia y nos preguntemos: ¿A quién puedo estar haciendo daño? ¿Con quién no me estoy portando bien? ¿Tengo algún pecado de omisión, en el sentido de que hay una persona que necesita de mí, o de mi tiempo, y a lo mejor, por falta de ganas, la estoy descuidando? ¿A quién he tratado mal o he criticado?
Esto es importante porque es bueno tener clara conciencia de que nuestra vida no es perfecta, y que Dios quiere perdonarnos, sí, pero repito: para perdonarnos, Él quiere que reconozcamos nuestros pecados y nos arrepintamos. Si no, podríamos llegar a la presencia de Dios encantados de haber hecho daño, criticado, herido o destruido vidas, lo cual no es compatible con la comunión con Dios. Por eso, Jesús dice: Se os pedirá cuenta de todo, y especialmente de la sangre derramada de los profetas, es decir, de las cosas en las que habéis causado daño a los demás.
Esto no debe asustarnos pensando: "¡Qué miedo, Dios me va a llevar al infierno!" No se trata de eso. Lo que Dios quiere de ti es un corazón puro, un corazón quebrantado. Un corazón que reconozca su debilidad, y es cuando el corazón se agrieta y se rompe que puede entrar la gracia de Dios.
Si eres alguien que se cree perfecta o perfecto, que nunca hace nada mal, que siempre tiene razón y siempre quiere salirse con la suya, será muy difícil que Dios pueda entrar en tu corazón. Sin embargo, si eres una persona positiva y normal, que sabe reconocer: "Perdón, he sido brusco, he sido inoportuno, lo dije en un tono impertinente, me dio pereza ver a esta persona," y reconoces tus errores y se los entregas a Dios, estarás en paz con Él.
Es importante estar al día con Dios todos los días. Por supuesto que sí, decirle: "Señor, estas son mis cuentas, esto es lo que he hecho bien y esto es lo que he hecho mal." Y entonces uno puede tener esa paz interior, porque la paz no consiste en que todo sea maravilloso, sino en saber que hay alguien que me ama tal como soy, sin necesidad de fingir ni aparentar algo para ser amado por esa persona.
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TIEMPO ORDINARIO
SpiritualeEl Tiempo Ordinario es la temporada en la que celebramos la vida y las enseñanzas de Jesucristo y lo que significa ser su discípulo. El nombre de este tiempo deriva de la palabra ordinal, que significa "contar". Es llamado Tiempo Ordinario porque la...