LA VERDADERA MISIÓN DEL CRISTIANO

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Dadles vosotros de comer. El cristiano es alguien que comparte destino con el ser humano. Decir "nos damos en medio del mundo sin ser del mundo" es verdad, pero los afanes y las preocupaciones de la humanidad son también nuestras. Cuando recordáis el horror de la pandemia del COVID-19, lo compartimos con toda la humanidad como uno más, porque no somos indiferentes a lo que les ocurre a todos los seres humanos. Por eso, cuando los discípulos, después de que Jesús hubo predicado, dijeron "que se marchen a las casas", se dieron cuenta de que la multitud no tenía comida. Jesús les dijo: "No, no, dadles vosotros de comer".

Fijaos que es equivocada la postura que cree que ser cristiano es una pura espiritualidad. No es una persona muy espiritual solo porque es cristiano. Se puede ser muy espiritual sin ser cristiano. Nosotros somos una religión en la que la carne cuenta, el Verbo se hizo carne. Por tanto, nos ocupamos de las preocupaciones humanas, por supuesto, de las espirituales, pero también de las necesidades corporales. La Iglesia, desde el primer momento, entendió que además de anunciar la salvación de Jesús, tenía que atender a los más pobres, a los más desfavorecidos, a los que no tenían para comer, a los que no tenían casa, a los que no tenían dónde morir. Por tanto, una vida de piedad y espiritualidad que no te lleva a implicarte y a compartir destino, disgustos y preocupaciones con los que tienes cerca, es una vida espiritual falsa. Estar con Dios nos tiene que llevar a sentir a los demás como algo nuestro. Si yo estoy preocupado porque no puedo comer, también estaré preocupado porque mi vecino no puede comer.

Pregúntate hasta qué punto te crees buen cristiano solo porque vas a misa, solo porque rezas de vez en cuando o mucho. ¿Realmente eres cristiano porque, encontrando esa energía, luz y fuerza en Jesucristo, te invita a ocuparte de las necesidades materiales de los demás? Por eso Jesús dijo: "No, no les mandéis lejos, dadles vosotros de comer". Tenemos que ocuparnos, porque nuestra misión no es solamente un espiritualismo vacío. Como dice el refrán, una cosa es predicar y otra cosa es dar trigo. Después de predicar, hay que dar el trigo, y si no lo tenemos, lo buscamos. O el poco que tengamos, por supuesto, lo compartimos.

Si no hay hechos concretos de amor e implicación con los demás, tal vez nuestra vida espiritual no sea completamente cristiana o realmente cristiana. No olvidemos que Jesús nos dirá: "Venid vosotros, porque tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber; estuve desnudo y me vestisteis; estuve enfermo y me cuidasteis; fui forastero y me acogisteis". Eso es lo que en Cristo se apoyará para nuestra salvación. Por tanto, no olvidemos que el destino de los demás es también nuestro destino.

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