LA FE INQUEBRANTABLE: LECCIONES DE JESÚS ANTE LA BURLA Y EL DESPRECIO

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Contigo hablo, niña, levántate. Jesús fue invitado a una casa donde una niña estaba gravemente enferma y agonizante. El padre de la niña, con un acto de fe grandísimo, invitó al Señor. Cuando llegaron, le dijeron que la niña había muerto. Al decir Jesús que la niña no estaba muerta, sino dormida, se rieron de él. Se burlaron, pensando que Jesús no sabía lo que decía, ya que no era médico ni experto.

A menudo, las declaraciones y posicionamientos de los cristianos provocan burla y desprecio. La gente se ríe de quienes asisten a misa, creen en la Iglesia o en los sacramentos. Esta burla es una forma de desprecio, considerando a los creyentes como espirituales en una época moderna donde todo se explica por la tecnología, la bioquímica y la psicología.

Jesús, al llegar y ver a la niña, le dijo: "Te lo digo, niña, levántate". Podemos reírnos de Él, pero Jesús sabía muy bien lo que quería hacer, lo que podía hacer y cómo dar gloria al Padre. Nosotros también debemos pedir al Señor una cierta indiferencia hacia todo aquello que nos hace sentir humillados o despreciados. Benedicto XVI, en un viaje a Inglaterra, mencionó que el martirio hoy en día no es desmembrar a las personas o quemarlas vivas, sino más bien una burla, un desprecio, un desprestigio, sacarnos de los lugares de influencia, haciéndonos parecer menos importantes por ser creyentes.

La fe no debe ser un motivo de vergüenza ni humillación. Comprendemos que se burlen de nosotros, ya que, sin el don de la fe, podemos parecer supersticiosos o irracionales. Sin embargo, la fe y la razón se necesitan para llegar a la verdad completa. La dimensión de la fe junto con la razón es esencial para acceder a la verdad más profunda.

A muchos de nosotros, y seguramente a nuestros hijos y nietos, les habrán dicho que son pesados con lo de la misa y la confesión. No importa. Debemos mantenernos firmes, como lo hizo Jesucristo y sus apóstoles. Cuando la gente se ríe, podemos estar seguros de que vamos por buen camino. Y recordemos, el que ríe último, ríe mejor.

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