Les daba miedo preguntarle sobre el asunto. Cuando Jesús sube a Jerusalén con sus discípulos, les cuenta que dentro del plan de Dios está prevista su muerte en la cruz, y ellos, claro, como es lógico, se asustan. Es que, fijaos, dicen que el peor miedo no es el que se tiene, sino el que se teme. A veces, a todos nos ha pasado que pensamos en el futuro: una posible enfermedad, la falta de trabajo, una fractura familiar, una situación de soledad o abandono, y nos da mucho miedo. Mirad, tener miedo es muy humano. A mí me dicen: "Tengo miedo". Y respondo: "¿Tienes pelo y orejas?", porque es muy humano tener miedo.
Tener miedo es darse cuenta de que hay circunstancias, situaciones, que están tan por encima de nosotros, que nos pueden destruir, romper o malograr nuestra existencia. El miedo está puesto por Dios para que nos demos cuenta de que hay un peligro y que necesitamos invocarlo. Los discípulos tenían mucho miedo de preguntarle a Jesús: "Oye, ¿qué es eso de la cruz? ¿Qué es eso de la pasión? ¿Qué es lo que va a pasar?". A nosotros, también a veces nos da miedo porque hay una pregunta terrible a la que nunca sabremos responder: ¿Cómo es posible que tú, Dios mío, que me quieres, que me has llamado a la vida, que eres Padre, que permitiste que tu Hijo muriera en la cruz, permitas que yo sufra y que el mal triunfe en mi vida?
Es uno de los misterios más grandes. Y como no tenemos hoy por hoy una respuesta, más allá de mirar al crucificado y saber que Él nos acompaña, nos da miedo. No solo nos asusta el dolor, sino también el absurdo de no encontrarle sentido. Porque también hay un tipo de dolor que es inútil, tonto, absurdo, cruel y que no tiene ningún valor, y eso es lo que realmente nos da miedo. Ese es el momento de la confianza, el momento de decir:
"Señor, no sé lo que va a ser, no sé lo que va a pasar, pero confío en tu gracia, esa gracia que es tu presencia interior, esa cualidad que pondrás en ese momento. La gracia del momento para darme la respuesta acertada, para darme los sentimientos que sean oportunos. Sé que tú no me vas a fallar. Me puede fallar todo: las personas, la salud, muchas cosas, pero sé que quien no me va a fallar eres tú".
Por eso, admitamos que tenemos miedo. Hay mucha gente que dice: "Debo tener poca fe porque tengo mucho miedo". No te equivoques, todos tenemos miedo, forma parte de ser humano. Ahora bien, ¿cómo combatimos los cristianos el miedo? ¿Buscando seguridad en el dinero, en las personas, en las instituciones? No. Ahí no está nuestra seguridad. Nosotros decimos muchas veces en los salmos: "El auxilio me viene del Señor. ¿De dónde me va a venir el auxilio? Pues solo me puede venir de Él". Y así es como nosotros sabemos combatir el miedo.
Pregúntate: ¿Qué cosas me agobian del futuro? ¿Qué cosas me preocupan? ¿Qué cosas me dan miedo? Y atrévete a entregarle todo ese miedo a Jesús, para que cuando llegue la situación, Él esté presente.
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TIEMPO ORDINARIO
Tâm linhEl Tiempo Ordinario es la temporada en la que celebramos la vida y las enseñanzas de Jesucristo y lo que significa ser su discípulo. El nombre de este tiempo deriva de la palabra ordinal, que significa "contar". Es llamado Tiempo Ordinario porque la...