SAN LUCAS: EL EVANGELISTA DE LA MISERICORDIA Y EL ESPÍRITU SANTO

15 0 0
                                    

La mies es abundante y los obreros pocos. Hoy celebramos la fiesta del evangelista San Lucas. Sabemos de él que era médico y que tenía una relación de intimidad y un trato muy cordial con San Pablo. De hecho, sabemos que no solo escribió el Evangelio según San Lucas, sino que también es el autor del libro de los Hechos de los Apóstoles, es decir, el libro que narra los comienzos de los primeros cristianos, primero en Jerusalén y luego en los viajes apostólicos de San Pablo hasta Roma.

Además, es precioso porque podríamos decir que el evangelista San Lucas se centra fundamentalmente en el don del Espíritu Santo, dejando todo el protagonismo al Espíritu Santo. No es Pablo ni Pedro, es el Espíritu Santo quien va llevando la salvación de Cristo a todos los pueblos. En segundo lugar, por supuesto, está Cristo, ya que el centro siempre es Él, especialmente en la dimensión de Cristo como la Misericordia. Es San Lucas quien relata la parábola del hijo pródigo, quien habla de la oveja perdida, y quien, en definitiva, siempre hace referencia a que la misericordia de Dios no tiene límites, sobre todo cuando uno se asoma a esa misericordia y la suplica.

San Lucas también tiene un detalle muy especial: es el evangelista que pudo hablar con la Virgen María, y María confió en él lo suficiente para contarle su intimidad. Solo San Lucas narra la Anunciación, la conversación del ángel con María. Solo él cuenta también la Visitación, ese magníficat. Es decir, San Lucas comprendió que, de la mano de la Virgen, se podía conocer con mayor profundidad la grandeza de Cristo.

Por eso, cuando celebramos a un evangelista, damos gracias a Dios porque ha habido personas que se han preocupado de, por un lado, acumular, unificar, organizar y transmitir las vivencias con Cristo, las enseñanzas de Cristo y, por supuesto, todas las cosas que Cristo dijo y realizó. En definitiva, todos, de algún modo, tendríamos que ser evangelizadores. A veces, la Iglesia habla de doctrinas, de sistemas, de normas. Todo eso es necesario, pero, en última instancia, nosotros deberíamos ceñirnos al Evangelio.

Cuando a San Francisco de Asís le pedían que hiciera una regla, decía: 'Bueno, la haré porque me lo piden, pero me gustaría que la regla de vida fuera solo el Evangelio'. Todo lo que no es del Evangelio, todo lo que está más allá del Evangelio, todo lo que no concuerda con el Evangelio en nuestra vida no tiene sentido. Somos personas que queremos evangelizar siendo evangélicos, en el sentido de tomar como norma de vida lo que el Evangelio enseña. Y esto es, de algún modo, el comienzo de la vida cristiana, recordando siempre que toda la labor de conversión la realiza el Espíritu Santo.

Finalmente, siguiendo lo que San Lucas nos transmite, lo más importante es conocer la misericordia divina, alcanzarla y luego practicarla, y también, por qué no decirlo, hacerlo de la mano de María.

TIEMPO ORDINARIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora