Dejándolo todo, lo siguieron. Fijaos que hoy el Evangelio nos presenta esa actitud indispensable para querer ser santo y para querer ser un discípulo verdadero de Jesús: dejarlo todo y seguirle.
A ver, dejándolo todo, expliquemos los matices. No tenéis que dejar vuestra casa, vuestro coche, vuestros padres, tu mujer o tus hijos. No se trata de ese dejar en sentido literal, sino de dejar ese vínculo que, a lo mejor, te crea tales dependencias que para ti son más importantes que tu relación con Dios. Es verdad que, dentro de la Iglesia, hay una serie de personas, especialmente los religiosos y sacerdotes, que somos llamados a dejarlo todo, incluso en el sentido material.
Hoy celebramos la memoria, por ejemplo, de una santa que ha sido un icono de la caridad en el siglo XX: Santa Teresa de Calcuta. Esta mujer recibió la llamada de Dios para anunciar el Evangelio a los más pobres entre los pobres, a los que incluso los mismos pobres despreciaban. Ella y sus hijas, las Misioneras de la Caridad, entregan a los más pobres el mayor tesoro, que no es el oro ni la plata, sino el tesoro del amor de Dios. Porque cuando te encuentras con un cristiano convencido de que Dios nos ama, ese es el gran tesoro que tiene para dar.
Y de hecho, ellas efectivamente abandonan familia, comodidades, su país, cualquier cosa, ¿para qué? Para, confiando en la Providencia, entregar ese tesoro a los más pobres. También nosotros, si tuviéramos el corazón lo suficientemente libre para llenarnos de ese amor de Dios, sería como el gran tesoro que podríamos entregar a los demás.
A ver, no nos corresponde a nosotros ir predicando a todo el mundo, pero, con la vida, con el silencio más que con las palabras, vamos mostrando que efectivamente hay un tesoro en nuestra vida que es tan grande y tan importante, que es superior a cualquier tesoro que pudiéramos tener en la tierra.
Por eso, pregúntate: ¿A veces tienes apegos? ¿Dices que quieres mucho a Dios, pero esto que no te lo pida? "Yo, Señor, sí, pero con condiciones: que no me quite mi partidito de fútbol los domingos, que no me quite mis amigas, que no me quite ir a comprar a tal sitio". Son cosas buenas, no son malas, pero cuando a veces anteponemos estas cosas al amor de Dios y a la práctica de ese amor, que es vivir la caridad, ayudar a los demás, participar en los sacramentos, entonces es que no hemos escuchado las palabras de Jesús: "Sígueme".
Hay personas que somos muy posesivas, y nos cuesta tanto soltar. Nos cuesta tanto reconocer que no tenemos derechos adquiridos sobre los demás, y eso, a veces, es un bloqueo y un impedimento para estar con Cristo. ¿Cuáles crees tú que son las ataduras que no te dejan ser completamente del Señor? Si te das cuenta de ellas, libérate. No las desprecies, sino vive con libertad interior para poder elegir siempre a quien tú sabes que es más importante.
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TIEMPO ORDINARIO
EspiritualEl Tiempo Ordinario es la temporada en la que celebramos la vida y las enseñanzas de Jesucristo y lo que significa ser su discípulo. El nombre de este tiempo deriva de la palabra ordinal, que significa "contar". Es llamado Tiempo Ordinario porque la...