Les envió a proclamar el Reino y a curar a los enfermos. Es bonito ver cómo este envío que hace Jesús tiene fundamentalmente dos realidades: una es anunciar el Reino, efectivamente, es decir, con las palabras, qué es lo que Dios espera de nosotros, qué es lo que Dios nos quiere regalar. Eso se llama hacer catequesis; enseñar a los niños en casa la historia de Jesús y las relaciones con Dios.
Anunciar es decir, al igual que alguien que ha visto algo importante, como en un juicio, tiene que declarar y decir: "Esto es verdad porque yo lo he visto, esto es verdad porque lo he vivido". No lo sé de oídas, sino que lo sé porque lo he experimentado. Así lo anuncia o lo denuncia. Nosotros también anunciamos cada día el Reino de Dios, es decir, que Dios reina en mí, que Dios es importante para mí. Y no lo hacemos, quizá, con muchos sermones, sino con nuestras obras.
Pero atención, después de decir que les envió a anunciar, añade "y a curar", a curar a los enfermos, como diciendo: sí, la predicación, la catequesis, las palabras, si no van acompañadas por las obras, están vacías. Hay mucha gente experta en decir las cosas muy bien, personas que tienen palabras elocuentes y que podrían ser maravillosas, pero luego se observa su vida personal o su vida de caridad y uno dice: "Bueno, esta persona vive solo para hacerse propaganda". Esas personas que saben muy bien que "del dicho al hecho hay mucho trecho". Como dice el refrán, una cosa es predicar y otra cosa es dar trigo.
Y claro, el anunciador del Evangelio no se puede conformar con decir cuatro palabras bonitas. El anunciador del Evangelio tiene que desear vivir en su propia vida lo que anuncia, en primer lugar, y en segundo lugar, buscar especialmente las situaciones de dolor, las situaciones de enfermedad, las situaciones de carencia. Nosotros no tenemos capacidad de curar, a lo mejor, una embolia o un cáncer, no tenemos esa capacidad físicamente hablando. Pero sí tenemos la capacidad de consolar, de ungir, de acompañar, de pedir. Es decir, toda vida de oración, toda vida de catequesis, toda vida de anuncio que no da lugar a querer estar donde está el sufrimiento, donde está la cruz de otras personas, es una vida falsa. Si no traducimos en amor, en hechos concretos, en curar enfermedades —en el sentido más alegórico, pero real, de la palabra— nos estamos equivocando.
Por eso Jesús les dice a sus apóstoles: "Sí, hablad de mí, hablad de lo que he hecho, hablad de la salvación, pero por favor, tenéis que estar, no en los salones donde hay música, aplausos y éxitos, sino en las enfermedades, en el momento del dolor, no en el momento de la diversión, de la risa y de la alegría. No hace falta ser cristiano para eso, hace falta tener fe para encontrarse también con Jesús y anunciarlo, especialmente en el mundo del dolor, del sufrimiento y del sinsentido. Ahí es donde quiere estar Jesús".
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TIEMPO ORDINARIO
SpiritualEl Tiempo Ordinario es la temporada en la que celebramos la vida y las enseñanzas de Jesucristo y lo que significa ser su discípulo. El nombre de este tiempo deriva de la palabra ordinal, que significa "contar". Es llamado Tiempo Ordinario porque la...