Alexia sacó un sacacorchos de un cajón y comenzó a abrir la botella de vino mientras Yara, aún con una sonrisa en los labios, se acercó a la ventana del salón. Desde allí se veía la ciudad de Barcelona, iluminada bajo el cielo nocturno. Las luces de la ciudad creaban un paisaje urbano que contrastaba con el verde montañoso de Asturias, pero que ya comenzaba a sentirse familiar.
—Tienes una vista increíble desde aquí —comentó Yara, admirando las luces.
—Sabía que te gustaría —dijo Alexia, sirviendo el vino en las copas—. Barcelona es mágica, sobre todo por la noche.
Yara se dio la vuelta y se acercó a la mesa, donde Alexia ya estaba esperando con las copas en la mano. Le pasó una a Yara, y levantó la suya.
—Por nosotras —dijo Alexia, mirándola a los ojos—. Por este nuevo comienzo.
—Por nosotras —repitió Yara, chocando suavemente su copa contra la de Alexia.
Ambas tomaron un sorbo de vino, dejando que el sabor suave y afrutado llenara sus sentidos. Era un momento de calma, de esos que sabes que recordarás para siempre, porque encapsula todo lo que has estado esperando.
—¿Estás impaciente? —preguntó Alexia después de un rato, rompiendo el silencio cómodo que se había formado entre ellas.
Yara dejó la copa sobre la mesa y suspiró.
—Un poco. Sé que es una gran oportunidad, pero también un gran reto. El Barcelona es un equipo con mucha historia, y quiero dar lo mejor de mí. Pero también… —Yara hizo una pausa, buscando las palabras—. También quiero encontrar un equilibrio. No quiero que el fútbol nos aleje
Alexia sonrió suavemente y se acercó a Yara, cogiendo sus manos entre las suyas.
—Lo entiendo. Pero quiero que sepas que estoy aquí para apoyarte en todo lo que necesites. Vamos a encontrar ese equilibrio juntas. Además —añadió con una sonrisa juguetona—, ahora que estás aquí, no pienso dejar que el fútbol te aleje de mí.
Yara sonrió, sintiendo cómo se desvanecía una parte de su nerviosismo. Alexia siempre tenía esa habilidad de hacerla sentir segura, de recordarle que no estaba sola en esto.
—Gracias. No sé qué haría sin ti.
—No tienes que averiguarlo —respondió Alexia, acariciando suavemente la mejilla de Yara—. Estamos en esto juntas, y eso no va a cambiar.
Yara asintió, sintiendo un alivio profundo. Se inclinó hacia Alexia, rozando sus labios con los de ella en un beso suave y reconfortante. El mundo exterior, con todas sus expectativas y presiones, desapareció por un momento. Lo único que importaba era el presente, estar juntas.
Después de un rato, Alexia se separó un poco y la miró con una sonrisa traviesa.
—Tengo otra sorpresa para ti.
—¿Otra más? —preguntó Yara, levantando una ceja con curiosidad—. ¿Qué me tienes preparado esta vez?
—Bueno… —Alexia tomó su mano y la llevó hacia una puerta que estaba al fondo del apartamento—. Esta vez pensé que, ya que estarás entrenando y jugando a tope, necesitarás un lugar donde relajarte. Así que… —abrió la puerta y encendió la luz.
Yara la siguió y entró en la habitación. Lo que vio la dejó sin palabras. Era una pequeña sala de estar, decorada con fotos de ellas en distintos momentos: partidos, viajes, cenas, y momentos sencillos que habían compartido. Pero lo que más llamó su atención fue una estantería llena de libros, algunos de ellos eran sus favoritos, junto con un cómodo sillón y una manta.
—Pensé que podrías usar este espacio para ti —dijo Alexia, observando la reacción de Yara—. Un lugar donde puedas desconectar, leer o simplemente relajarte después de un día duro.
Yara se quedó mirando la habitación, absorbiendo cada detalle. Se dio la vuelta hacia Alexia, con los ojos brillando de emoción.
—Ale … no sé qué decir. Esto es… es más de lo que podría haber imaginado. Es perfecto.
—Me alegra que te guste —respondió Alexia, con una sonrisa tierna—. Quiero que sientas que este lugar es tu hogar, Yara. Nuestro hogar.
Yara se acercó a Alexia y la abrazó con fuerza.
—Ya lo siento así —dijo suavemente—. Gracias por todo. Prometo que voy a dar lo mejor de mí, en el campo y aquí, contigo.
—Lo sé —susurró Alexia, acariciando su cabello—. Y yo estaré aquí para ti, siempre.
Se quedaron abrazadas un largo rato, disfrutando de la paz del momento, sabiendo que aunque los desafíos serían muchos, también lo serían las alegrías y los momentos que compartirían juntas. Yara sabía que este nuevo capítulo sería un reto, pero también una oportunidad para crecer, no solo como futbolista, sino como persona, junto a la mujer que amaba.
——————
Que monas que son por dios y qué bonito todo
Cosas que no me pasan 🙂🙂
ESTÁS LEYENDO
𝑯𝒂𝒔𝒕𝒂 𝒍𝒂 𝒖́𝒍𝒕𝒊𝒎𝒂 𝒇𝒍𝒐𝒓...🥀🐬- 𝑨𝒍𝒆𝒙𝒊𝒂 𝑷𝒖𝒕𝒆𝒍𝒍𝒂𝒔
RandomYara, una jugadora de fútbol poco conocida, se une a la selección española, deseando conocer a sus mayores inspiraciones, pero encuentra a Alexia Putellas muy distante con ella. A medida que Yara busca su lugar en el equipo, descubre que la frialda...