Yara despertó lentamente, parpadeando varias veces mientras se ajustaba a la luz suave que entraba por la ventana. Se sintió extrañamente cómoda y arropada, pero algo en su mente la desconcertaba. Miró a su alrededor, tratando de ubicar dónde estaba, y se dio cuenta de que no era su cama, sino la de Ona. Los eventos de la noche anterior volvieron a ella como un torrente, recordándole el dolor y la traición que había sentido. Se incorporó lentamente, sintiéndose algo desorientada, pero decidió que no podía quedarse ahí todo el día. Necesitaba moverse, aunque fuera solo para aclarar su mente.
Salió de la habitación y se dirigió a la cocina, donde encontró a Ona sentada a la mesa, con una taza de café en las manos, mirando por la ventana. Ona giró la cabeza al escuchar a Yara acercarse y le ofreció una sonrisa cálida, aunque cautelosa.
—Buenos días —dijo Ona, con suavidad.
—Buenos días… —respondió Yara, frotándose los ojos antes de mirar a su alrededor—. ¿Dónde dormiste anoche?
Ona levantó ligeramente los hombros y respondió con naturalidad.
—En el sofá. No quería incomodarte. Quería que tuvieras tu espacio, así que pensé que sería mejor que durmieras en la cama.
Yara se sintió mal al escuchar eso. Ella era la que había irrumpido en la casa de Ona con todo su caos emocional, y sin embargo, su amiga había sido la que se había incomodado.
—Lo siento, Ona. —dijo Yara, sinceramente apenada—. No debiste hacerlo. La próxima vez, duerme en tu cama. Esta es tu casa, y la que debería dormir en el sofá soy yo.
Ona sacudió la cabeza con una sonrisa comprensiva.
—No te preocupes, Yara. Lo que más quería era que estuvieras cómoda, pero agradezco que lo digas. Vamos a desayunar, ¿te parece? No he preparado nada especial, pero tenemos café y algo para picar.
Yara asintió, agradecida por la comprensión de Ona. Se sentó a la mesa y empezaron a desayunar en un silencio cómodo, con Ona ocupándose de poner pan, mermelada y fruta en la mesa. El ambiente era tranquilo, pero Ona sabía que no podía dejar que el día pasara sin abordar lo que había sucedido la noche anterior. Sabía que Yara necesitaba escuchar la verdad, incluso si al principio le resultaba dolorosa.
Tomando un sorbo de café, Ona miró a Yara y decidió que era el momento de hablar.
—Yara… —dijo, captando la atención de su amiga—. Anoche, después de que te fuiste a la habitación, Alexia me explicó lo que pasó. Creo que es importante que lo sepas, aunque entiendo si no quieres escucharlo. Pero, por favor, solo… déjame contártelo.
Yara, que había estado mirando su taza de café, levantó la vista hacia Ona. Había una mezcla de emociones en sus ojos: dolor, incertidumbre, pero también curiosidad. Sabía que Ona solo le diría lo que realmente importaba, así que, después de un momento, asintió.
—Está bien. Te escucharé.
Ona tomó aire, organizando sus pensamientos antes de hablar. Sabía que sus palabras podían influir mucho en cómo Yara vería las cosas de ahora en adelante.
—Alexia me contó que lo que viste no fue lo que parecía. Olga la sorprendió en el baño y la besó sin su consentimiento. Alexia estaba tan sorprendida que tardó un momento en reaccionar y apartarla. Fue entonces cuando tú entraste… —Ona hizo una pausa, viendo la reacción de Yara, pero al ver que no interrumpía, continuó—. Alexia está devastada, Yara. No tenía idea de que Olga haría algo así, y lo último que quería era herirte. Me dijo que entiende cómo se ve todo esto, pero te prometo que no tuvo la intención de hacerte daño.
Yara escuchaba cada palabra, sus emociones fluctuando entre la incredulidad y la necesidad de creer en algo, cualquier cosa, que le diera un sentido diferente a lo que había presenciado. Las palabras de Ona resonaban en su mente, plantando la semilla de la duda sobre su primera interpretación de los hechos.
—Sé que anoche fue todo muy intenso, y no quiero presionarte para que tomes una decisión ahora mismo —continuó Ona—, pero solo te pido que consideres hablar con Alexia, darle la oportunidad de explicarte lo que realmente pasó. No es justo para ninguna de las dos quedarse con esa imagen incompleta.
El silencio que siguió fue denso, cargado de emociones no dichas. Yara bajó la mirada hacia su taza, sus pensamientos corriendo a toda velocidad. Recordó la expresión de Alexia cuando apareció en la puerta de Ona, la desesperación en su voz cuando pidió una oportunidad para explicarse. Era cierto que Alexia nunca le había dado motivos para dudar de ella antes, y aunque la imagen que tenía grabada en su mente era dolorosa, algo en las palabras de Ona hizo que Yara comenzara a reconsiderar su postura.
Finalmente, Yara levantó la vista hacia Ona. En los ojos de su amiga, vio sinceridad y preocupación, y algo dentro de ella comenzó a ceder.
—¿Crees que… que debería hablar con ella? —preguntó Yara, su voz apenas un susurro, como si aún estuviera probando la idea en su mente.
Ona asintió lentamente.
—No puedo decirte qué hacer. Solo tú sabes lo que sientes, pero sí creo que merece que la escuches. Si al final decides que no puedes perdonar lo que pasó, entonces habrás hecho lo que era necesario para aclarar tu mente y tu corazón, pero al menos, no quedará nada sin decir.
Yara respiró hondo, sintiendo cómo algo cambiaba en su interior. Todavía estaba dolida, pero la posibilidad de que todo hubiera sido un malentendido, de que Alexia no hubiera traicionado su confianza, comenzaba a abrirse paso en su mente.
—Tal vez tengas razón —dijo finalmente, su voz más firme—. Necesito aclarar esto, para bien o para mal. Pero… gracias por decírmelo. No sé qué habría hecho si no me hubieras contado lo que Alexia te dijo.
Ona le dio una pequeña sonrisa de apoyo.
—Estoy aquí para lo que necesites, Yara. No importa lo que decidas, siempre tendrás mi apoyo.
Yara le devolvió la sonrisa, aunque débilmente, sabiendo que tendría que enfrentarse a sus propios sentimientos, pero sintiéndose un poco más preparada para lo que vendría.—————————
Amo a Ona de verdad 🥺
Yara parece que va a ceder a hablar con Alexia, ¿lo hará pronto o tendremos que esperar?
¿Qué opináis sobre lo que deberían hacer?
¿Y sobre lo que ha pasado?

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𝑯𝒂𝒔𝒕𝒂 𝒍𝒂 𝒖́𝒍𝒕𝒊𝒎𝒂 𝒇𝒍𝒐𝒓...🥀🐬- 𝑨𝒍𝒆𝒙𝒊𝒂 𝑷𝒖𝒕𝒆𝒍𝒍𝒂𝒔
AcakYara, una jugadora de fútbol poco conocida, se une a la selección española, deseando conocer a sus mayores inspiraciones, pero encuentra a Alexia Putellas muy distante con ella. A medida que Yara busca su lugar en el equipo, descubre que la frialda...