Capitulo 9

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Los siguientes días fueron una mezcla de emociones. Los entrenamientos y partidos amistosos se sucedían, y Yara se destacaba cada vez más en el campo. Su confianza crecía, pero al mismo tiempo, la relación con Alexia se volvía más complicada. Aunque Alexia estaba claramente más cercana, también había momentos en los que volvía a ser distante y reservada.

Un día, durante un ejercicio en equipo, Yara y Alexia fueron emparejadas para practicar pases y jugadas. Al principio, todo fue profesional, pero a medida que el ejercicio avanzaba, ambas comenzaron a relajarse, disfrutando del juego.

—Te estás volviendo muy buena en esto —comentó Alexia después de un pase especialmente complicado que Yara logró controlar con facilidad.

—Gracias. Con alguien como tú, es difícil no mejorar —respondió Yara, con una sonrisa que hizo que Alexia se ruborizara levemente.

—Tal vez deberíamos practicar juntas más a menudo —sugirió Alexia, casi sin pensar, y al darse cuenta de lo que había dicho, agregó rápidamente—. Quiero decir, si te parece bien.

—Claro, me encantaría —respondió Yara, sintiendo cómo su corazón latía más rápido.

El entrenamiento terminó con una mezcla de cansancio físico y una sensación de alivio por haber cumplido. Mientras las demás se dirigían al vestuario, Yara notó que Alexia no se había movido de su lugar. Con el corazón latiendo más rápido de lo habitual, Yara se acercó a ella, esperando ver la expresión reservada que Alexia solía mostrar cuando se quedaba pensativa. Pero esta vez, había algo diferente en sus ojos.

—Yara, ¿te gustaría dar un paseo esta noche? —preguntó Alexia de repente, rompiendo el silencio entre ambas.

Yara la miró con sorpresa. No era la primera vez que pasaban tiempo juntas fuera del campo, pero la propuesta de Alexia tenía un tono distinto, como si significara algo más.

—Claro—respondió Yara, con una sonrisa tímida.

Ya entrada la noche, ambas salieron del hotel en silencio. El parque cercano, iluminado por la luz suave de las farolas, ofrecía una calma que contrastaba con la energía del día. Caminaron durante un rato sin hablar, disfrutando de la brisa nocturna y el crujido de las hojas bajo sus pies.

Finalmente, Alexia rompió el silencio con una pregunta sencilla pero cargada de interés.

—¿Cómo fue que decidiste dedicarte al fútbol? —preguntó, mirándola de reojo.

Yara tomó un momento antes de responder, sumergiéndose en sus recuerdos.

—Desde pequeña, siempre sentí que el fútbol era mi refugio. Me hacía sentir libre, poderosa… Pero hubo un tiempo, no hace mucho, en que todo eso cambió. —Yara hizo una pausa, buscando las palabras adecuadas—. Durante el 2022 y hasta mayo del 2023, atravesé una etapa muy difícil. Estaba tan perdida que pensé que no podría salir adelante.

Alexia notó cómo la voz de Yara se quebraba al hablar, y su propio corazón se encogió al verla tan vulnerable. Se detuvieron junto a un banco, y Yara, sin poder contenerse, comenzó a llorar en silencio. Las lágrimas caían por su rostro, y Alexia sintió un impulso irrefrenable de consolarla.

Sin decir una palabra, Alexia la abrazó. La envolvió con sus brazos, ofreciendo el único consuelo que sabía que podía darle en ese momento. Sentir a Yara tan cerca, con su calor y su vulnerabilidad, hizo que Alexia también se sintiera más conectada con ella. El contacto era cálido, casi abrumador, pero increíblemente reconfortante.

Yara se dejó sostener por unos minutos, notando cómo su respiración se estabilizaba al ritmo del corazón de Alexia. Cuando finalmente se separaron, se miraron fijamente, y ambas sintieron una electricidad inconfundible entre ellas.

Alexia se dio cuenta de que Yara no tenía la intención de apartar la mirada. Esos ojos azules grisáceos la hipnotizaban, y por un momento, se perdió en ellos, olvidando todo lo demás.

—Sabes que ya no estamos jugando a verdad o reto, ¿verdad? —dijo Alexia con una sonrisa, rompiendo el silencio.

Yara rió suavemente, pero no desvió la mirada. Había algo en esa noche, en ese momento, que no quería dejar escapar.

—Me siento muy cómoda contigo esta noche, Alexia —confesó Yara en un susurro—. Espero que después de esto, las cosas no vuelvan a ser tan frías como al principio.

Alexia sintió una oleada de emoción. No respondió con palabras, porque sabía que a veces, las palabras no eran suficientes. En cambio, la atrajo hacia sí y la abrazó de nuevo, más fuerte, más intensamente que antes. Se quedaron así durante varios minutos, sintiendo la calidez de la otra, hasta que el tiempo pareció detenerse.

Finalmente, Alexia habló, rompiendo el abrazo solo lo suficiente para mirarla a los ojos.

—No va a cambiar nada, Yara —dijo con suavidad, antes de inclinarse y depositar un suave beso en la frente de Yara.

La sensación del beso dejó a Yara sin palabras, un gesto tan simple, pero tan lleno de significado que le hizo sentir una oleada de emociones.

Se levantaron del banco y comenzaron a caminar de regreso al hotel, esta vez abrazadas, compartiendo un silencio que hablaba más que cualquier palabra. Al llegar al hotel, se detuvieron frente a la puerta de la habitación de Yara.

—Buenas noches, Yara —dijo Alexia, con una sonrisa que Yara supo que era sincera.

—Buenas noches, Alexia —respondió Yara, y con una última mirada, entró en su habitación.

Esa noche, ambas se quedaron en la cama con los pensamientos corriendo, el corazón latiendo con fuerza, y la sensación de que algo profundo había cambiado entre ellas.

𝑯𝒂𝒔𝒕𝒂 𝒍𝒂 𝒖́𝒍𝒕𝒊𝒎𝒂 𝒇𝒍𝒐𝒓...🥀🐬- 𝑨𝒍𝒆𝒙𝒊𝒂 𝑷𝒖𝒕𝒆𝒍𝒍𝒂𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora