Cuando Alexia llegó a casa, lo primero que notó fue el silencio, roto solo por el sonido de la televisión en el salón. Dejó sus cosas a un lado y fue directamente hacia Yara, que estaba echada en el sofá, con la mirada fija en la pantalla. La preocupación todavía la acompañaba, así que se acercó y se sentó junto a ella, acariciándole suavemente el brazo.
—¿Cómo te sientes, cariño? —preguntó Alexia, sin dejar de acariciarla.
Yara no respondió de inmediato, manteniendo la vista en la televisión como si estuviera completamente absorta en el post partido. Después de unos segundos, giró lentamente la cabeza hacia Alexia, con una expresión que parecía una mezcla de confusión y descontento.
—Entonces, si no somos nada… —comenzó Yara con una voz baja, y su tono parecía cargar con un peso que Alexia no esperaba—, ¿qué haces aquí? Quiero decir, esta casa es tuya, ¿no? Así que, si no somos nada, ¿por qué estoy aquí? ¿Por qué pasamos tanto tiempo juntas?
Alexia sintió un nudo en el estómago al escuchar las palabras de Yara. Una mezcla de sorpresa e incertidumbre se apoderó de ella, tratando de encontrar una respuesta mientras su mente se agitaba. Antes de que pudiera decir algo, Yara se inclinó más cerca, como si realmente estuviera buscando una explicación, y Alexia se sintió atrapada entre la seriedad de la situación y la intensidad de la mirada de Yara.
—Yara, yo… —intentó responder Alexia, pero en ese mismo momento, Yara, con una sonrisa apenas contenida, cerró la distancia entre ellas y la besó suavemente en los labios. Fue un beso cuidadoso, como si Yara estuviera midiendo la reacción de Alexia, pero antes de que esta pudiera decir algo, Yara se echó a reír, revelando la broma.
Alexia parpadeó, incrédula por un segundo, y luego soltó un suspiro de alivio al darse cuenta de que todo había sido una broma. Con un gesto rápido, cogió el cojín más cercano y se lo lanzó a Yara, directo a la cara.
—¡Eres terrible! —exclamó Alexia, medio riendo, medio fingiendo indignación mientras se levantaba del sofá.
Yara se encogió de hombros, aún riendo mientras Alexia se dirigía hacia la habitación para ponerse el pijama. Alexia no podía evitar sonreír mientras se cambiaba de ropa, aunque intentó mantener una expresión seria cuando volvió a salir y se dirigió a la cocina.
Mientras Alexia preparaba algo para cenar, sintió la mirada de Yara sobre ella. Intentó mantener la compostura, fingiendo enfado.
—¿Qué miras? —preguntó Alexia con voz firme, aunque no pudo evitar que una sonrisa juguetona apareciera en sus labios.
Yara, apoyada en la puerta de la cocina, la observaba con una sonrisa divertida.
—Es que cuando te haces la enfadada, estás muy guapa —respondió Yara, con un tono de voz que hacía difícil saber si hablaba en serio o seguía con la broma.
Alexia intentó mantener la fachada por un segundo más, pero finalmente no pudo contener una sonrisa.
—Lo que tengo que aguantar contigo… —murmuró Alexia mientras sacudía la cabeza, aunque la diversión en sus ojos decía lo contrario.
Yara se acercó a ella y la rodeó con los brazos por la cintura desde atrás, apoyando la barbilla en su hombro.
—Pero me aguantas —respondió Yara con voz suave, besando suavemente el cuello de Alexia.
Alexia suspiró, dejándose llevar por la calidez del momento. Todo el pequeño drama había sido solo una forma de Yara de aliviar la tensión, y aunque había caído en la broma, Alexia no podía estar más agradecida de tener a alguien como ella a su lado.—————————
Por un momento creo que a Alexia le ha dado un mini infarto.
Pero están bien así que ya no he preocupo por la rueda de prensa 😌😌
Espero que no os importe que no publique muy a menudo, empiezo ya con exámenes y demás y no tengo tiempo para escribir.
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𝑯𝒂𝒔𝒕𝒂 𝒍𝒂 𝒖́𝒍𝒕𝒊𝒎𝒂 𝒇𝒍𝒐𝒓...🥀🐬- 𝑨𝒍𝒆𝒙𝒊𝒂 𝑷𝒖𝒕𝒆𝒍𝒍𝒂𝒔
De TodoYara, una jugadora de fútbol poco conocida, se une a la selección española, deseando conocer a sus mayores inspiraciones, pero encuentra a Alexia Putellas muy distante con ella. A medida que Yara busca su lugar en el equipo, descubre que la frialda...