Yara se había despertado con la cabeza aún llena de pensamientos y emociones encontradas. Sabía que el entrenamiento de sus compañeras del Barça era en un par de horas, pero ella no podría participar debido al golpe que sufrió en el último partido. Aunque no podía entrenar, tenía que acudir a la consulta del médico para que le revisara la lesión y le dijera cómo iba su recuperación. La idea de ir al club y ver a Alexia la inquietaba, pero también sentía una curiosidad inevitable por lo que podría suceder.
Después de la consulta, en la que le confirmaron que la semana siguiente podría volver a entrenar con normalidad, Yara decidió pasar por el campo de entrenamiento. Quería ver a sus compañeras y mantenerse cerca del equipo, incluso si no podía estar en el campo. Al llegar, se sentó en el banquillo, desde donde tenía una vista clara de todo el terreno de juego. Sus ojos recorrieron a las jugadoras que realizaban los ejercicios, pero no pudo evitar que su mirada se posara en Alexia.
En ese preciso momento, como si lo hubiera sentido, Alexia levantó la cabeza y sus ojos se encontraron con los de Yara. A pesar de la distancia, Yara notó la expresión de agotamiento y tristeza en su rostro. Estaba claro que lo había pasado mal, probablemente tanto como ella misma. Verla así removió algo en su interior, un deseo de hablar con ella, de arreglar las cosas. Pero algo dentro de ella también le decía que aún no era el momento adecuado. Necesitaba más tiempo para procesar todo lo que había sucedido.
El entrenamiento terminó y, poco a poco, las jugadoras se acercaron al banquillo para saludar a Yara. Cada una le preguntó cómo estaba y le deseó una pronta recuperación. Yara les sonrió, agradecida por el apoyo, pero una vez más, sus pensamientos volvían a Alexia. Después de varios minutos, el equipo se retiró al vestuario para cambiarse, todas excepto una: Alexia.
El silencio que siguió a la salida de las demás jugadoras fue pesado. Alexia se acercó lentamente a Yara, y ambas se saludaron de forma algo seca, intentando mantener la compostura. Sin embargo, sus ojos traicionaban la distancia emocional que intentaban poner. En la mirada de Alexia, Yara vio el remolino de emociones que estaba sintiendo, y se dio cuenta de que, a pesar de todo, aún se importaban.
—¿Qué tal te ha ido en el médico? —preguntó Alexia, su voz un poco más baja de lo habitual, pero llena de genuino interés.
—Bien —respondió Yara, tratando de sonar neutral—. Me han dicho que la semana que viene ya podré volver a entrenar con vosotras.
—Me alegro mucho, de verdad —dijo Alexia, con una leve sonrisa que no llegaba a sus ojos. Ambas se quedaron en silencio, mirándose fijamente, y el peso de la situación hizo que esos segundos parecieran eternos.
Yara sintió que Alexia quería decir algo más, pero no le dio la oportunidad. Todavía no estaba lista para hablar de lo sucedido. No porque no quisiera, sino porque necesitaba tiempo para ordenar sus pensamientos y sus sentimientos. Así que, antes de que Alexia pudiera decir nada, Yara se despidió con un simple “nos vemos” y comenzó a caminar hacia el vestuario.
Mientras se alejaba, pudo sentir la mirada de Alexia fija en su espalda, como un peso que la acompañaba en cada paso. Yara vio a Ona esperándola. Sin pensarlo dos veces, se acercó a ella, y le dio un breve abrazo acompañado de un beso en la frente.
—Vamos —le dijo Ona con suavidad, respetando el silencio de su amiga.
Yara asintió y, sin mirar atrás, se fue con Ona, dejando a Alexia en el campo, perdida en sus propios pensamientos y en la incertidumbre de lo que podría suceder entre ellas.———————
No soporto que estén así, me da mucha pena😣🤧
¿Podrán arreglarlo todo pronto o lo dejarán pasar?
¿Dejarán perderse la una a la otra?
La semana que viene veremos qué pasa en los dos siguientes capítulos ;)

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𝑯𝒂𝒔𝒕𝒂 𝒍𝒂 𝒖́𝒍𝒕𝒊𝒎𝒂 𝒇𝒍𝒐𝒓...🥀🐬- 𝑨𝒍𝒆𝒙𝒊𝒂 𝑷𝒖𝒕𝒆𝒍𝒍𝒂𝒔
RandomYara, una jugadora de fútbol poco conocida, se une a la selección española, deseando conocer a sus mayores inspiraciones, pero encuentra a Alexia Putellas muy distante con ella. A medida que Yara busca su lugar en el equipo, descubre que la frialda...