A la mañana siguiente, Yara se despertó temprano con una idea clara en mente: quería devolverle a Alexia un poco de la magia que había sentido al llegar la noche anterior. Se levantó con cuidado, asegurándose de no despertarla, se vistió rápidamente y salió del apartamento en busca de una pastelería cercana. Aunque tuvo que utilizar el GPS para encontrar el camino, no le molestó en absoluto. Sabía que cada pequeño esfuerzo valía la pena para sorprender a Alexia.
Las calles de Barcelona estaban tranquilas a esas horas, y Yara disfrutó del aire fresco mientras caminaba hacia la pastelería. Allí, escogió con cuidado algunas piezas de repostería: croissants recién horneados, una tarta de queso y algunas frutas frescas, sabiendo que le encantarían a Alexia. Pero Yara no se detuvo ahí; recordando el gesto de Alexia en el aeropuerto, decidió comprar también un ramo de rosas. En el ramo incluyó una rosa de plástico, cuidadosamente escondida entre las naturales, que formaría parte de la sorpresa que estaba planeando.
Cuando volvió al apartamento, Yara entró en silencio, verificando que Alexia aún estaba dormida. Satisfecha de que su sorpresa seguía siendo secreta, fue directamente a la cocina y comenzó a preparar café. Mientras el aroma cálido y reconfortante llenaba la estancia, Yara sacó las rosas y la nota que había escrito de antemano, con un mensaje simple pero significativo: “Te dejaré de querer cuando la última rosa se marchite.”
Con mucho cuidado, colocó la nota junto al ramo sobre la mesa de la cocina, asegurándose de que la rosa de plástico quedara discretamente mezclada entre las demás. Luego, esparció unos pétalos de mentira por el suelo, creando un sendero que conducía desde la habitación hasta la cocina. Quería que cada paso que Alexia diera al despertar la llevara a la sorpresa que había preparado con tanto amor.
El café estaba listo y el desayuno dispuesto en la mesa. Yara se sentó en una de las sillas, una sonrisa satisfecha en su rostro mientras esperaba a que Alexia se levantara.
Unos minutos más tarde, escuchó un leve movimiento en la habitación. Conteniendo la respiración, Yara se preparó para la reacción de Alexia.
Finalmente, Alexia apareció en la puerta de la cocina, con el cabello revuelto y los ojos aún adormilados. Sus pasos se detuvieron al ver el sendero de pétalos, y su mirada se suavizó al descubrir la mesa decorada con las rosas, la nota y el desayuno.
—¿Qué es todo esto? —preguntó Alexia, sorprendida, mientras sus ojos recorrían la escena.
—Buenos días, dormilona —respondió Yara, con una sonrisa—. Pensé en devolverte la sorpresa que me diste anoche.
Alexia se acercó lentamente, aún procesando lo que veía. Tomó la nota que Yara había dejado junto al ramo, y al leer el mensaje, una expresión mezcla de alegría y un toque de tristeza apareció en sus ojos.
—“Te dejaré de querer cuando la última rosa se marchite” —leyó en voz alta, con una pequeña sonrisa en sus labios—. Espero que estas rosas sean fuertes y aguanten mucho tiempo.
Yara sonrió, observando cómo Alexia acariciaba los pétalos de las flores con cuidado, sin darse cuenta todavía de la pequeña trampa de la rosa de plástico.
—Estoy segura de que lo harán —respondió Yara, levantándose para acercarse a Alexia y rodearla con sus brazos—. Pero si alguna vez alguna se marchita, siempre habrá más.
Alexia se volvió hacia ella, conmovida por las palabras de Yara, y la abrazó con fuerza.
—Eres increíble, Yara. No me esperaba esto. Es… es perfecto —susurró, apoyando su cabeza en el hombro de Yara.
—Quería que supieras lo mucho que te quiero —dijo Yara suavemente, acariciando la espalda de Alexia—. Y que no importa cuánto tiempo pase, siempre encontraré la manera de recordártelo.
ESTÁS LEYENDO
𝑯𝒂𝒔𝒕𝒂 𝒍𝒂 𝒖́𝒍𝒕𝒊𝒎𝒂 𝒇𝒍𝒐𝒓...🥀🐬- 𝑨𝒍𝒆𝒙𝒊𝒂 𝑷𝒖𝒕𝒆𝒍𝒍𝒂𝒔
RandomYara, una jugadora de fútbol poco conocida, se une a la selección española, deseando conocer a sus mayores inspiraciones, pero encuentra a Alexia Putellas muy distante con ella. A medida que Yara busca su lugar en el equipo, descubre que la frialda...