Capitulo 44

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Cuando Alexia entró al baño, la música del club seguía retumbando a lo lejos. Ella se sentía abrumada por la intensidad de la noche y deseaba un breve respiro. Se dirigió hacia los lavabos, buscando tranquilidad, cuando de repente, Olga apareció en su campo de visión. Al principio, Alexia pensó que era una ilusión, pero al darse cuenta de que era real, se quedó paralizada por un instante.

Olga, sorprendida al ver a Alexia, no tardó en acercarse con una expresión de emoción contenida. Sin pensarlo dos veces, extendió los brazos y la abrazó con una calidez inesperada. Alexia, sorprendida, se tensó y trató de mantener una distancia educada, pero Olga parecía no querer soltarla.

—¡Alexia! —dijo Olga, con la voz temblando ligeramente—. ¡No puedo creer que seas tú!

Alexia intentó mantener la compostura, tratando de separarse suavemente del abrazo, pero Olga parecía aferrarse a ella con desesperación.

—Olga, por favor, ¿qué estás haciendo aquí? —preguntó Alexia, tratando de sonar tranquila pero con un toque de incomodidad.

Olga finalmente la soltó, pero sus ojos estaban llenos de una mezcla de tristeza y esperanza. Miró a Alexia con una intensidad que hacía difícil mantener la calma.

—Te he echado tanto de menos Alexia. No puedo dejar de pensar en ti. Siento que no puedo seguir adelante sin ti. —dijo Olga, con una sinceridad desgarradora.

Alexia respiró hondo, sintiendo una oleada de emociones. A pesar de que había intentado superar a Olga, su presencia la desarmaba. Se preparó para decir lo que había estado evitando, con el corazón agitado.

—Olga, yo… yo lo he superado. Ha sido difícil, pero he seguido adelante. No es fácil, pero es algo que debes hacer. —Alexia trató de decir, su voz firme pero compasiva—. Y cuando lo hagas, alguien llegará a tu vida que te cambiará por completo. Como me está pasando a mí.

Olga la miró confundida y con tristeza en los ojos.

—¿Cómo puedes decir eso? ¿Cómo puedes estar tan segura de que todo estará bien? —preguntó Olga, con una mezcla de desesperación y confusión en su voz.

—Lo sé porque yo lo he vivido. Yara, alguien a quien conocí hace poco, me está mostrando lo que significa realmente ser feliz. Es alguien que ha cambiado mi vida para mejor. —Alexia respondió, sintiendo el peso de sus palabras.

Olga se acercó de nuevo, buscando acercarse emocionalmente a Alexia, pero sin éxito. La conversación tomó un giro inesperado cuando Olga, movida por una mezcla de impulso y desesperación, se inclinó y besó a Alexia. El beso fue intenso, llenando el pequeño baño con una carga emocional palpable.

Alexia, completamente desconcertada, trató de apartarse. Empujó suavemente a Olga, pero ella se aferraba con determinación, sus labios aún pegados a los de Alexia. En ese instante, la puerta del baño se abrió, y Yara apareció en el umbral. Sus ojos se encontraron con la escena y, en un segundo, el dolor y la traición se reflejaron en su rostro.

Alexia, viendo a Yara, intentó romper el contacto con Olga de una vez por todas. Finalmente, logró separarse y se giró hacia Yara, que estaba paralizada y con lágrimas a punto de caer. La tristeza en los ojos de Yara hizo que el corazón de Alexia se hundiera.

—Yara, yo… —intentó decir Alexia, pero las palabras se quedaron atrapadas en su garganta.

Sin esperar respuesta, Yara dio media vuelta y salió rápidamente del baño, sus lágrimas cayendo sin control. Alexia intentó seguirla, pero se quedó en el baño, la realidad del momento aplastando su pecho. Cada segundo parecía una eternidad mientras miraba a Olga, que ahora se veía derrotada y silenciosa. El peso de la situación era abrumador y Alexia sabía que la noche había tomado un giro irreversible.

Alexia se giró hacia Olga, su rostro mostrando una mezcla de dolor y rabia. Su voz, cargada de desprecio, resonó en el pequeño espacio del baño.

—No quiero que me hables nunca más. Por tu culpa, la persona que más feliz me hace en el mundo está llorando. —dijo Alexia, cada palabra impregnada de furia y decepción—. Lo que hiciste fue imperdonable.

Olga, con los ojos llenos de angustia y suplica, extendió su mano y agarró a Alexia del brazo.

—Espera, por favor. Déjame explicarte una cosa, y luego me iré para siempre. —dijo Olga con voz temblorosa—. Solo déjame decirte lo que pasó.

Alexia, aún con la respiración agitada por la tensión, asintió con un gesto casi imperceptible. Olga respiró hondo antes de hablar.

—Fui yo quien te mandó el mensaje sobre Yara. —admitió Olga, sus ojos buscando los de Alexia sin éxito—. Me cambié de número porque sabía que no lo tenías. Pensé que si me alejaba de Yara, podría tener una oportunidad contigo de nuevo. Estaba desesperada, y en ese momento, pensé que eso podría acercarme a ti.

Las palabras de Olga cayeron en el aire, cargadas de confesiones y arrepentimiento. Alexia, con el rostro aún alejado de Olga, escuchó la explicación sin emitir un solo sonido. El dolor y la confusión la embargaban, y la realidad de la manipulación de Olga la golpeaba con fuerza.

Cuando Olga terminó de hablar, Alexia permaneció en silencio unos momentos más. Finalmente, sin mirar a Olga, habló con firmeza.

—Vete ahora. —dijo Alexia, su voz dura y fría—. No quiero volver a verte. Lárgate.

Olga asintió, sus lágrimas no contenidas mientras se daba la vuelta y salía del baño con pasos pesados. Alexia la observó salir, sintiendo una mezcla de alivio y tristeza. Se quedó allí unos minutos, inmóvil, procesando lo que acababa de suceder.

Se preguntaba cómo pudo haber estado con alguien capaz de manipular y herir de esa manera. El dolor de la traición y la decepción de la manipulación pesaban en su corazón. Alexia se dio cuenta de que, a pesar de lo que había hecho Olga, no podía permitir que su dolor y su pasado interfirieran en lo que realmente importaba.

Con una determinación renovada, Alexia salió del baño y empezó a buscar a Yara. Sabía que debía encontrarla, que debía intentar enmendar el daño que se había causado y explicarle la verdad, en la esperanza de que aún hubiera un camino para sanar la herida.

Alexia salió del baño con la mente aún nublada por la reciente confrontación con Olga. Su única preocupación ahora era encontrar a Yara. Se dirigió rápidamente hacia donde estaba Mapi, que aún se encontraba en el club, disfrutando del ambiente.

—Mapi, ¿has visto a Yara? —preguntó Alexia, su voz cargada de urgencia.

Mapi la miró con preocupación, al darse cuenta del estado de Alexia.

—Sí, se fue con Ona. —respondió Mapi—. Pero vino llorando. ¿Qué ha pasado?

Alexia tomó un respiro profundo antes de empezar a explicar lo sucedido.

—Olga apareció en el baño. Resulta que fue ella quien me mandó el mensaje sobre Yara, diciendo que me estaba engañando. Pensé que solo intentaba manipularme, pero luego me confesó que lo hizo porque pensaba que si me alejaba de Yara, podría tener una oportunidad conmigo de nuevo. Me besó, no la podía apartar y Yara nos vio…

Mapi escuchó atentamente y luego asintió, comprendiendo la gravedad de la situación.

—Alexia, si realmente la quieres, lo mejor que puedes hacer es ir a buscarla y hablar con ella. —dijo Mapi con un tono de apoyo—. Pero ten en cuenta que es muy probable que no quiera verte ahora mismo. Tendrás que respetar sus sentimientos y darle espacio si es necesario.

Alexia asintió, sabiendo que Mapi tenía razón. No podía hacer nada más que intentar enmendar las cosas. Decidió seguir el consejo de su amiga.

—Tienes razón, Mapi. Lo intentaré. —dijo Alexia con determinación.

Salió de la discoteca con rapidez, el aire frío de la noche la recibió al salir. Sin perder tiempo, sacó su teléfono y llamó a Ona para preguntar si Yara estaba en su casa. La voz de Ona al otro lado de la línea sonaba preocupada.

—Hola, Alexia. Sí, Yara está en casa, pero está muy dolida por lo que pasó. No sé si está dispuesta a verte en este momento.

Alexia sintió un nudo en el estómago, pero su determinación no flaqueó.

—Lo entiendo, pero necesito intentar hablar con ella. —dijo Alexia—. Si me das la dirección, iré ahora mismo.

Ona le proporcionó la dirección de su casa, y Alexia, sin dudarlo, se dirigió hacia allí. La ansiedad y el deseo de arreglar las cosas la impulsaban a cada paso. Al llegar a la casa de Ona, se acercó a la puerta y respiró hondo antes de tocar el timbre.

Esperó unos momentos que parecieron eternos hasta que la puerta se abrió, revelando a Ona, que la miró con una mezcla de sorpresa y preocupación.

—Hola, Alexia. —dijo Ona con una voz suave—. Ven, entra.

Alexia se adentró en la casa, sintiendo el peso de la situación. Ona la condujo hacia la sala, donde Yara estaba sentada en un rincón, su rostro escondido entre las manos, visiblemente afectada. El corazón de Alexia se hundió al verla en ese estado.

—Yara, por favor, déjame hablar contigo. —dijo Alexia, acercándose con cautela—. Necesito explicarte lo que pasó y pedirte disculpas.

Yara levantó la vista, sus ojos aún húmedos de lágrimas. Aunque la tristeza y la decepción aún estaban presentes, había una chispa de interés en su mirada. Alexia se arrodilló frente a ella, con el corazón en la mano, lista para luchar por lo que sentía y buscar una oportunidad para enmendar el daño.

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Perdón, necesitaba un poquito de drama, no todo podía ir genial.
Capitulo un poco más largo de lo normal pero es para compensar por no publicar como antes.
¿Qué creéis que va a pasar a partir de ahora?
¿Creéis que Olga tendrá algún papel a lo largo de la historia?

(perdón también por poner a Olga como la mala, pero no sabía a quien poner y se me ocurrió ponerla a ella para que no sean todo jugadoras, y como forma parte de la vida de alexia en la realidad...)

𝑯𝒂𝒔𝒕𝒂 𝒍𝒂 𝒖́𝒍𝒕𝒊𝒎𝒂 𝒇𝒍𝒐𝒓...🥀🐬- 𝑨𝒍𝒆𝒙𝒊𝒂 𝑷𝒖𝒕𝒆𝒍𝒍𝒂𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora