La retirada hacia el oeste III

1.7K 160 14
                                    


Los altos mandos del ejército se reunieron en el salón de mapas del castillo para trazar un nuevo plan de defensa.

‹‹Me he pasado los últimos días exprimiéndome la cabeza para idear un buen plan defensivo —pensó Malliourn—, pero necesitaré a todo el ejército para llevarlo a cabo. Veamos qué piensan Valghard y Nulmod.››

Gwizor fue el primero en hablar.

—Bueno, ya estamos otra vez aquí —dijo—. ¿Ahora qué? ¿Nos quedamos de brazos cruzados hasta que Mulkrod llegue con su nuevo ejército?

—Nuestro plan de atacar el corazón del Imperio ha fracasado —admitió Malliourn—. Tenemos que idear una nueva estrategia para derrotar a Sharpast.

—Fue tu plan —le corrigió Gwizor—. Fuiste tú quien lo ideó, no nosotros.

‹‹Maldito engreído —pensó Malliourn—. No acepta que yo esté por encima de él en la escala del mando y no hace más que cuestionarme.››

—Todos lo aprobasteis en su día —dijo Malliourn, sin entrar en el juego de Gwizor—. Los tres reyes de Lindium lo aprobaron.

—¿Y qué propones ahora? —le preguntó Valghard, escéptico respecto a sus posibilidades—. Tu brillante campaña ha fracasado y ni si quiera estuviste presente en el momento decisivo.

‹‹Todos me echan la culpa de que me fuera al Bosque Maldito en busca de ayuda, y también del fracaso de la expedición. Solo Nairmar está conmigo. Es todo el apoyo que necesito.››

—No tenemos muchas opciones —dijo Malliourn—. Podemos resistir aquí o retirarnos a Lindium para esperar una inminente invasión.

—O intentar pactar con el enemigo desde ya —dijo el general Gwizor, añadiendo una nueva opción—. Acabemos con esta guerra antes de que sea demasiado tarde.

—No nos planteamos esa posibilidad —le dijo Nairmar al general, también molesto por su actitud—. Mulkrod no negociará con nosotros a menos que sea para aceptar nuestra rendición.

—De eso no estamos seguros —dijo Nulmod—. Si le proponemos una paz justa tal vez acepte.

—Ninguna paz sería favorable para nosotros ni para ellos —dijo Valghard—. Alguien tendría que llevarse la peor parte, y nosotros estamos peor posicionados.

—Puede que eso sea mejor que seguir luchando —dijo Gwizor.

‹‹No me puedo creer lo que oigo. ¿Quieren negociar con el Emperador? No puedo tolerarlo.››

—Ese asunto no nos compete a nosotros —dijo Malliourn—. La diplomacia es asunto de estado. Solo nuestros reyes lo pueden decidir.

—Y eso no ocurrirá —dijo Nairmar—, prefiero morir antes que arrodillarme ante Mulkrod.

Los demás generales permanecieron callados.

‹‹Es el momento de mostrar el nuevo plan de defensa —pensó Malliourn.››

—Yo propongo que nos quedemos aquí y que luchemos en estas tierras. Así evitaremos que la guerra llegue a Lindium. Creo que podremos sorprenderlos con una maniobra de pinza desde el norte cuando ataquen Rwadon. Si todos hacemos bien nuestro trabajo podemos vencer.

La sala permaneció en silencio. Era como si los demás oficiales no quisieran seguir combatiendo. Fue el general de Hanrod quien rompió el silencio.

—Estoy de acuerdo contigo, Malliourn, los armisticios no son cosa nuestra, no depende de nosotros negociar la paz. También creo que debemos seguir la lucha, pero de ninguna manera debemos hacerlo aquí donde podemos quedar cercados por tierra y por mar, sino en Lindium. Allí podremos luchar desde nuestras tierras, donde será más fácil defendernos. Contaremos con más fuerzas y pertrechos para la lucha y no tendremos los problemas de abastecimiento que hemos padecido hasta ahora.

Sangre y Oscuridad I. Las Cinco EspadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora