Zangord, el guardián de la llave II

4.5K 195 17
                                    

Los miembros de la expedición dejaron el barco, montando un campamento cerca de la playa, en donde pasaron la noche. A la mañana siguiente, algunos de los hombres de Neilholm fueron a explorar y otros a buscar agua con la que rellenar los toneles que estaban casi vacíos tras el largo viaje de ida. El resto esperó a que regresaran. La avanzadilla pronto encontró agua de un pequeño manantial que brotaba de la montaña. Rellenaron los toneles y volvieron enseguida. Los exploradores de Neilholm regresaron poco después con las manos vacías. Unas horas más tarde, Arnust, Maorn, Halon, Nairmar, Neilholm, Glorm, Malbard y media docena de los hombres de Neilholm, partieron con provisiones y agua para aguantar una semana. El resto de la tripulación se quedó esperando en el campamento y en el barco a que regresaran de las montañas.

—Sabéis todos cuál es nuestra misión —les dijo Arnust antes de partir—. Estamos aquí para hacernos con una de las Cinco Espadas, y no nos iremos hasta encontrarla. Cumplamos ahora con nuestro cometido.

—¿Por dónde empezamos? —preguntó Neilholm con curiosidad—. Estas tierras son enormes, pueden pasar semanas antes de encontrar nada.

—Tranquilos, no estamos tan lejos de la espada. Cerca de aquí encontraremos una senda que nos llevará al interior de la montaña. Solo tenemos que encontrar el paso de montaña.

—Bien, muchachos, ya sabíais a lo que veníamos —dijo Neilholm a sus hombres—, así que pongámonos en marcha.

Todos estaban armados, unos más que otros. Neilholm y sus hombres estaban muy bien protegidos con cotas de malla y armaduras acolchadas, algunos cascos y el uniforme militar de Hanrod con el emblema plasmado en el pecho: un caballo blanco al galope sobre un campo de cereal amarillo. La mitad de ellos iban armados con arcos largos, carcajes y sus respectivas espadas; el resto llevaban lanzas y escudos redondos de pequeño tamaño. Neilholm era el único que llevaba un gran mandoble a la espalda, además de varias dagas en la cintura. Nairmar y Malbard estaban casi conjuntados, llevaban la misma armadura ligera con el emblema del Reino de Vanion en el centro: un sol naciente sobre un muro. Ambos tenían un yelmo decorado, escudos redondos y sus espadas. Glorm, el hermano del rey Faleth, llevaba una chaqueta de cuero con una armadura cubierta de láminas de hierro, una espada, varios cuchillos y un escudo ovalado que llevaba en la espalda. Arnust llevaba solo una espada además de su vara; Halon, en calidad de aprendiz, no llevaba vara, estaba armado únicamente con una espada corta. Maorn estaba protegido con una cota de malla que ocultaba bajo su ropa y, como únicas armas, llevaba una daga y un cuchillo. Llevaban consigo cuerdas y varios ganchos que podían ser de utilidad en la montaña.

Recorrieron la costa hasta que encontraron un paso de montaña que se adentraba hacia el interior de la isla, una especie de desfiladero por el que se entrelazaban dos montañas, lo que creaba un paso natural que permitía un fácil tránsito por aquel rocoso lugar. Avanzaron por el paso durante varias horas, hasta que de repente y, sin previo aviso, una flecha se clavó a unos pasos de donde estaba Arnust, que no se alarmó en demasía, solo dio un paso atrás y miró alerta a su alrededor, con su vara preparada por si tenía que usarla. Todos los miembros del grupo desenfundaron sus armas, sacaron sus arcos y se prepararon para el combate, pero nada sucedió, solo hubo un silencio incómodo que fue interrumpido poco después por una extraña voz:

—¡Si queréis seguir con vida abandonad estas tierras y no volváis! —dijo la voz.

—¡No os mováis! ¡Nada de movimientos bruscos! —ordenó Arnust—. Es un único tirador, pero podría disparar de nuevo con más acierto.

—¡Si no os marcháis dispararé de nuevo, y esta vez acertaré! —insistió la voz.

‹‹No esperaba que se dejara ver tan pronto —pensó Arnust al darse cuenta de quién se trataba—. Debe de llevar demasiado tiempo aislado; sentirá curiosidad por saber quiénes somos y qué hacemos.››

Sangre y Oscuridad I. Las Cinco EspadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora