Rebelión y espadas V

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La decisión de Elmisai se respetó y nadie más intentó que el rey cambiara de opinión. Turk sería uno de los capitanes de los leales y no había nada que discutir.

Para el gran banquete que se iba a celebrar en honor del recién llegado y sus invitados, se sacrificaron varios cerdos y corderos, abrieron varios barriles de buen vino imperial, trajeron mesas y sillas al gran salón y prepararon abundantes platos para satisfacer a todos los que asistirían al banquete: más de doscientas personas. Abundaba la carne asada, los estofados de carne y verduras, también había queso en abundancia, varios tipos de pan, patés de todo tipo, exóticas salsas con multitud de aderezos, pescado frito, asado y en salazón, y frutas silvestres. Todos comieron y bebieron en abundancia, rieron, charlaron y brindaron por el rey y sus invitados una vez, dos veces... infinitas veces. Al terminar el banquete, Elisei le llevó a su hermano una corona verde hecha con laureles y otras plantas del bosque y le coronó en el trono. Los gritos de los leales y los hijos del bosque se oyeron a cientos. Los miembros de la resistencia aceptaban de nuevo a Elmisai Atram como su rey, con la esperanza de que él les devolviera de nuevo la libertad. Los pilares del gran salón retumbaron con los gritos y el eco de sus voces, que se extendieron por toda la estructura que conformaba la guarida de la resistencia. Arnust observó expectante la coronación.

‹‹Elmisai querrá recuperar su reino —pensó Arnust—; no se quedará de brazos cruzados en el bosque como hizo su hermana, pero ¿qué hará para iniciar un verdadero levantamiento?››

—Son tiempos de cambio —dijo Elmisai con su corona ya puesta—. Nuestro reino volverá a resurgir de sus cenizas y nuestro pueblo volverá a ser libre. Serán tiempos difíciles y los sacrificios serán muy grandes, pero al final lograremos nuestro objetivo final: la independencia. ¡Por la libertad! ¡Por Tancor!

Los gritos y vítores se oyeron con aún más fuerza.

—¡Por Tancor! ¡Por Tancor! —se escuchaba—. ¡Por el rey!

Elmisai se retiró oyendo la algarabía general y las aclamaciones en su nombre. Estaba cansado y anhelaba dormir en una buena cama, pero estaba satisfecho. Su hermana le acompañó y le guió a su antigua habitación, que ya la habían preparado para él. Los leales y los hijos del bosque siguieron bebiendo y festejando el regreso de su rey, pero Arnust estaba también agotado, al igual que muchos de sus compañeros de viaje. Les guiaron a través de los túneles y les llevaron a los dormitorios que les habían asignado, donde por fin pudieron dormir en condiciones.

A los pocos días, con las fuerzas ya recuperadas, los miembros del grupo determinaron qué harían ahora que habían cumplido con su misión. Arnust había decidido con anterioridad quedarse para ayudar a Elmisai en su nueva y atareada misión: unificar su antiguo reino iniciando un levantamiento general, y a ello dedicaría todos sus esfuerzos. Dungor, como había prometido, se quedaría también a ayudar a Elmisai junto con sus hombres. Sabía que colaborar con Elmisai podía ser importante en el transcurso de aquella guerra, y que parte de las esperanzas residían en el éxito o en el fracaso de la rebelión que se empezaba a fraguar. El otrora general de Sinarold anhelaba volver a ver a su familia, pero eso era algo que debía esperar. Sus ansias de resarcimiento estaban muy presentes en él. Quería hacer pagar a Sharpast todo el daño que les había causado a su pueblo y a su familia, y deseaba con todo su corazón matar a aquellos que le habían arrebatado la libertad. Lo que más rondaba por su cabeza era la palabra venganza, venganza... Neilholm e Irdor, en cambio, no pensaban como Dungor, consideraban que la guerra podía depender del resultado de la rebelión, eso no lo ponían en duda, pero su sitio no estaba allí, sino en Lindium. Ellos ya habían cumplido liberando y escoltando a Elmisai. Ahora solo deseaban volver a Hanrod antes de que fuera demasiado tarde. Sabían que el Imperio podría invadir su tierra en cualquier momento y debían estar allí para proteger sus hogares y a sus familias.

Sangre y Oscuridad I. Las Cinco EspadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora