El camino a la guerra VII

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Pocos días después, las últimas levas, compuestas en su mayoría por campesinos que nunca habían entrado en combate, llegaron a Lasgord. Habían acampado a las afueras junto al resto del ejército, formando un gigantesco campamento que parecía ampliar el tamaño de la ciudad. Allí sería donde se entrenarían y prepararían para la guerra. Las nuevas tropas de leva se pertrecharon con cotas de malla y todo tipo de armaduras ligeras, cascos y yelmos, y se armaron con hachas y espadas como armas secundarias. Como arma principal se les entregó una lanza y un escudo alargado y cóncavo por la parte de arriba y picudo en la de abajo; además, cada uno de ellos llevaba el mismo uniforme militar con los blasones de Vanion que cubrían las armaduras y cotas de malla. Aparte de esas tropas, las cuales serían el núcleo principal del ejército de Vanion, estaban los ocho mil soldados de infantería pesada que conformaban el ejército profesional, cuyas tropas estaban perfectamente preparadas para la contienda. La caballería la formarían dos mil jinetes acorazados a los que se unirían otros mil jinetes ligeros, no tan bien armados ni protegidos, que serían utilizados para misiones de reconocimiento y hostigamiento.

Junto a esas tropas de infantería y caballería, estaban también los mil supervivientes del ejército expedicionario de Sinarold, que eran las únicas tropas que habían entrado en combate recientemente. Aquellos hombres se unieron a las nuevas levas de campesinos para ayudar en su adiestramiento. Ésas eran las fuerzas que Vanion preparaba para la guerra y a las que pronto se unirían las de Hanrod y Landor. El total de fuerzas que Vanion había congregado, entre infantería y caballería, profesionales y ejército de leva, era de veintiocho mil hombres, una fuerza mucho mayor que la que participó en el último conflicto con Sharpast, sin embargo, para muchos no eran suficientes para doblegar al Imperio.

La táctica de los ejércitos de Vanion no había cambiado desde los tiempos de Ulrod: la infantería lucharía con los escudos juntos y las lanzas en ristre, hombro con hombro, formando una mole impenetrable de escudos y lanzas que serían apoyados por algunos cuerpos de arqueros, y los flancos estarían cubiertos por la caballería pesada y ligera. La táctica de los ejércitos de Vanion era muy similar a la de los demás reinos de occidente, con la única variación del número de hombres, el armamento y el mayor o menor uso de arqueros y caballería.

Hernim y Dulbog, los escoltas de Nairmar durante su viaje de retorno a Lasgord, deseosos de participar en la guerra que se estaba gestando, habían pedido permiso al rey para integrarse en las nuevas unidades de infantería que se estaban formando y ayudar a adiestrar a los nuevos reclutas. Los dos eran antiguos miembros del ejército y su experiencia podía ser muy valiosa, tanto a la hora de entrenar como a la de liderar a las tropas en el campo de batalla. El rey, sin dudarlo, autorizó su desligamiento de la guardia real y su reintegración en el ejército regular, recibiendo el mando de dos regimientos de nueva creación.

Se pusieron enseguida manos a la obra y se unieron pronto a sus nuevos reclutas en uno de los cuarteles de la ciudad. Allí les formarían para lo que se avecinaba. Tenían poco tiempo para convertir a aquellos campesinos en soldados, pero se emplearían al máximo para conseguir un resultado óptimo. La guerra llamaba a las puertas y no había tiempo para delicadezas; el ejército debía estar preparado con prontitud. Todos debían aprender a formar, a marchar disciplinadamente, a combatir cuerpo a cuerpo y conocer las tácticas del ejército. Todo ello no iba a conseguirse en un día. Quedaban largas y duras jornadas de trabajo.

Los entrenamientos eran muy intensos por el día e incluso a veces por la noche. A menudo les hacían salir con las armaduras puestas y con más peso añadido fuera de la ciudad en agotadoras caminatas para acostumbrarse a las marchas forzadas que iban a tener que realizar durante la campaña en el este. En el cuerpo a cuerpo les enseñaban a empuñar espadas y lanzas, a parar los golpes de los oponentes con sus escudos, pero también a combatir con otros compañeros a los lados, hombro con hombro, escudo con escudo y, sobre todo, la disciplina y la obediencia, que eran las herramientas esenciales en los ejércitos de Vanion.

Sangre y Oscuridad I. Las Cinco EspadasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora