11. ELENA, MI FUTURA SUEGRA

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Rebeca




-Tomás, te dije que estamos atrasados – levante la voz para que me escuchara desde donde sea que estaba – Vamos, que llegaremos tarde.

La locura matutina con mi hijo, es algo que disfruto mucho, básicamente porque son pocas las veces que podemos estar juntos. Pero hoy nos quedamos dormidos y esta locura es simplemente suprema había olvidado arreglar la alarma para ajustarla al horario de mi hijo luego de que Eduardo nos dejara en casa sobre las diez. Tomi había ido directo a la cama totalmente agotado y feliz.

-Tomi, ¿dónde estás? – Teníamos 15 minutos para llegar al colegio, lo que definitivamente es imposible porque solo el viaje es de 20 minutos, sin contar lo que nos demoramos en tomar el autobús y caminar – Tenemos que irnos.

-Voy mamá- Tomi apareció corriendo con la mochila colgando de sus hombros. Lo tomé de la mano cerré la puerta y corrimos escaleras abajo. Cuando llegamos al portón del edificio escuche una bocina posiblemente de algún vecino de los alrededores en la misma situación que nosotros, pero mi hijo se volteo atento a mirar – Mira mamá es Eduardo – apunto la 4x4 estacionada en la vereda de enfrente y por un momento pensé que solo se parecía, pero luego vi a Eduardo bajar del auto y caminar en nuestra dirección. Vestía un impecable traje azul marino, una camisa algo más clara color zafiro no llevaba corbata, pero si unos lentes de sol estilo aviador

- Por un momento pensé que ya se habían ido, ¿Te noto algo apurada? Creo que llegue justo a tiempo – Sonrió de lado, sacándose los lentes, impresionante él era una vista definitivamente impresionante

- Buenos días para ti también. – remarque la falta de saludo, pero el simplemente lo ignoro.

- Buenos días Tomás – se agacho a la altura de mi hijo, quien hasta ahora sujetaba mi mano, pero a soltó para estirarla.

- Buenos días Eduardo – el aludido le estrecho la mano y le sonrió – Has venido a buscar a mi mamá – hablo seriamente remarcando el "mi" hombres pensé para mí misma rodando los ojos.

- La verdad es que los vengo a buscar a ambos – le sonrió – A menos que tu madre prefiera que llegues tarde a la escuela.

- A mamá no le gusta que lleguemos tarde – dijo mi hijo emocionado por volver a subir al auto que tanto le había gustado – Verdad mami - suplico sonriente, pequeño rufián era igual que la vieja Aida pero tenía razón, Eduardo había aparecido en el momento oportuno.

- Esta bien – me resigné a la única oportunidad que teníamos de llegar a la hora y mi hijo sonrió - Gracias – le sonreí a Eduardo y el me devolvió la sonrisa con un guiño, que me hizo sonrojar con lo que el rio, ¡Que molesto! ¿Cuándo dejaría de sonrojarme con él?

- Vamos, no hay tiempo que perder – Eduardo estiro su mano y Tomi la tomo con tanta naturalidad que me pareció increíble.

Ambos avanzaron rápidamente y yo camine tras ellos viendo como Eduardo ayudaba a Tomi a subir al auto, cuando lo dejo en el asiento trasero con el cinturón abrochado y cerró la puerta, me miro dedicándome una sonrisa que hizo un tornado en mi interior, la teoría del caos volviéndose realidad en mi interior – "el aleteo de las alas de una mariposa puede provocar un tornado al otro lado del mundo" – sonreí como si nada solo sentía esto porque era algo nuevo y Tomi no suele darse tan fácilmente con extraños, solo es eso. Tome mi lugar en el asiento de copiloto y le indique a Eduardo como llegar al colegio, ambos nos despedimos de mi hijo quien para mi sorpresa incluso abrazo a Eduardo antes de correr dentro de la escuela y perderse en el montón de niños. Respire profundamente tratando de relajarme cuando estuvimos nuevamente en el auto, habíamos alcanzado a llegar justo a la hora por lo que no tuvimos ningún problema y eran solo las un cuarto para las nueve, Eduardo manejo tranquilamente hasta la oficina mientras íbamos repasando algunas cosas que debíamos dejar listas para hoy. Llegamos a treinta minutos y ambos nos dirigimos a nuestras respectivas oficinas, pero claro que no sin que antes de separarnos Eduardo me robara un beso y yo como siempre me sonrojara a más no poder. Menos mal aún no había gente en la oficina, si no adiós al plan de mantener las cosas en secreto.

Cásate ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora