60. DE BARES Y AMIGOS

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Eduardo


– Recuerda lo que prometimos – Rebeca tomo mi rostro entre sus manos obligándome a mirarla a los ojos

– Por supuesto que si amor – la acerque a mí para besarla, seguía sin entender cómo es que Rebeca había terminado como testigo o como había hecho para salir sin que los guardias dispuestos para cuidarla lo notaran, pero no me quejaba, estaba feliz con ella a mi lado.

Para mi pesar Rebeca se alejó de mi con una sonrisa, y antes de que dijese nada mis ojos conectaron con sus amigos que ahora que se acercaban con rapidez al abogado que llevo el caso de nuestra parte.

– Oye Rebeca, esa que le acaba de saltar encima al abogado no es una de tus amigas – señale con mi nariz hacia ellos, y Rebeca al voltear sonrió para tomar mi mano y arrastrarme con ella hasta donde ellos estaban.

– Ven, los presentare – Aunque me costaba trabajo distinguir a las amigas de Rebeca, había encontrado el truco desde la última vez que las vi en el hospital. Ambas amigas habían ido donde estaba el abogado seguramente para saludarlo, pero entonces la amiga pelirroja de Rebeca había saltado a los brazos del abogado y este como si la conociera de toda la vida la había atrapado entre sin problemas – Eduardo ya conoces a mis amigas Bea y Lau – ambas chicas me saludaron con un rápido beso en la mejilla como de costumbre, sin ocultar la felicidad. – Y supongo que ya tuviste el gusto de conocer al abogado Fuenzalida

– Si nos juntamos un par de veces para conversar sobre mi declaración – le di un apretón de mano a modo de saludo.

– Bueno, Matías aquí – señalo al abogado esta vez por su nombre de pila – es el mejor amigo de Laura y es uno de los mejores abogados penal de la ciudad.

– No es para tanto Rebeca – el tipo se rasco la nuca con simpatía – solo hago mi trabajo.

– Tenía entendido que la policía había entregado el caso al ministerio publico para llevar los cargos en contra de Guillermo.

– Y así fue– contesto la pelirroja.

– El caso llego a la firma en la que trabajo – explico el abogado – Lau me había estado haciendo preguntas desde que Rebeca cayo al hospital así que el caso no tardo en llamar mi atención

– Puede que hubiese involucrado uno que otro contacto de los que he conocido en el área publica para que el caso fuese enviado a aquella firma – comento casi como un silbido distraído la chica de cabello negro.

– Y puede que yo hubiese hablado tanto como pude sobre el malvado hombre que había enviado a mi amiga al hospital – le siguió la pelirroja.

Alce mis cejas estupefacto con todo el complot que estas chicas habían logrado armar, definitivamente eran mujeres de armas tomar al igual que Rebeca, del tipo que para defender a los suyos eran capaz de mover cielo mar y tierra.

– Y también... puede que yo tuviese la ayuda del mejor amigo de mi prometido para que me ayudase a llegar hasta aquí

– Y ¿Por qué le contaste a él y no a mí?

– Bueno, apareció oportunamente en el hospital cuando... necesitaba un aventón para llegar – termino rápidamente después de la pausa.

– ¿No deberíamos celebrar que ganamos el juicio? – comento la pelirroja sacando a Rebeca del pequeño e incómodo momento que tenía bajo mi mirada escudriñadora.

– Lau, aún no es ni medio día y ya quieres celebrar – se burló la otra amiga – Tal vez podríamos dejarlo para después del trabajo, no se ustedes, pero yo debo regresar a la oficina.

Cásate ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora