50. TU VOZ

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NOTA:

Hoy 10 de Mayo,

 (Bueno tal vez ayer depende de a que hora termine subiendo esto... )

Se celebra el día de las madres, así que les deseo un feliz día a todas aquellas que nos enseñaron a caminar con nuestros propios pasos. Feliz día de la mamá. <3 

Cambio y fuera - Osh quiero, Osh amo, Osh adoro 

Beth 



50. TU VOZ 


Rebeca 





– Te amo – me susurro Eduardo, acercándome a él, pegándome a su cuerpo sosteniéndome entre sus brazos, y sus palabras tenían la capacidad de detener mi corazón para luego hacerlo cabalgar a toda prisa.

<< ¿Me amas? >> - pensé sin ser capaz de articular palabra.

Una sensación de plena felicidad se apoderaba de mi pecho, sentía mi corazón latir a toda velocidad, no me importaban las tontas lágrimas. Podía sentirlo junto a mí, me hacia sentir en calma y a la vez ansiosa, quería besarlo y que supiera que sentía lo mismo. Porque así era.

– Por eso tienes que despertar, porque necesito que lo escuches. Necesito que escuches que te amo – lo abrace aún más fuerte no queriendo separarme de él y sin entender lo que decía, pero en cuestión de segundos Eduardo se hacía cenizas frente a mis ojos y mis brazos eran incapaz de detenerlo, podía ver su rostro volverse pálido antes de desaparecer en una cortina de cenizas, humo y gotas de sangre.

– No, no, no – caí de rodillas al suelo, presa del pánico – ¡No! – grité sintiéndome ahogada, incapaz de respirar bien, sintiendo como la respiración comenzaba a volvérseme dificultosa hasta ser casi imposible. Cerré los ojos sintiéndome presa de la oscuridad de aquel bosque en el que estaba, pero al abrirlos la luz me encegueció, y me encontré a mí misma en una caja de cristal, en medio de un llano del bosque

– Ayuda – comencé a golpear el cristal sin afectarlo mucho – Alguien me escucha – grite otra vez, me aleje un poco para tomar vuelo e irme contra él, pero incluso con todas mis fuerzas nada cambio. Estaba atrapada en aquella caja de cristal. Seguí golpeando y gritando, tenía que haber una forma de salir de allí.

– Te dije que no te librarías tan fácilmente de mi – una voz grave atrajo mi atención, acallando mis gritos.

– Guillermo – lo mire a los ojos sin poder creerlo – ¿Qué haces aquí? – le grite, pero el solo sonrió y en un parpadeo ya no estaba frente a mi

– No deberías hablarme así – lo escuche, pero no sabía bien de donde venia su voz. Otra vez me encontré a mí misma dando vuelta sobre mis talones tratando de descubrir donde estaba

– También quiero escuchar lo que sientes tú – Escuche la voz de Eduardo, pero al igual que la de Guillermo, no tenía idea de donde prevenía – quiero saber si algún día podrás amarme como lo estoy haciendo yo o si... si... si... Si después de todo esto crees que estarías mejor sin mí.

Cásate ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora