41. LA CHICA DE ORO

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Rebeca



- Me asegurare de ser el único - dijo mirándome a los ojos, y mi estómago cosquilleo

¿Era una promesa? ¿Una sentencia? ¿Cómo podía Eduardo ser tan dulce y a la vez parecer un auténtico hombre de las cavernas? Era una extraña mezcla, pero por alguna razón, me gustaba demasiado, como para que dejara mis pensamientos de lado y lo acercara nuevamente buscando sus labios.

Nos besamos por unos minutos, hasta que Eduardo empezó a ir más lento hasta separarse

<< No >>

- Creo que es hora de que me vaya

- ¿Qué?

- Ya es tarde y debes estar cansada.

- ¿Por qué lo dices? - intente tragarme un bostezo, pero no resulto, y Eduardo se burló de mí en mi cara. Pero no era mi culpa, si no suya luego de tantos besos me sentía demasiado nublada y casi somnolienta.

- ¿Estás haciendo un puchero? - se rio.

- ¿Qué? ¡No! - me voltee dándole la espalda << Mierda, que vergüenza >> Eduardo dejo un beso en mi cuello que me puso la piel de gallina. << Vamos Rebeca, compórtate como un adulto >> << ¿Qué haría un adulto en esta situación? >> Me voltee de regreso.

- Eduardo

- Nos vemos mañana en la oficina - Me sonrió ¿Por qué ahora que descubrí lo que siento por él actuó como una tonta?

- Bien - Lo acompañe hasta la puerta, donde me beso, pero apenas unos segundos antes de apresurarse a salir. Cerré la puerta tras de mi lentamente apoyándome en ella.

<< Y ¿Porque simplemente no era capaz de decirle que se quedara? >>

<< Tal vez no debería haberle dicho nada >>

<< Quizás esté esperando a que yo de el primer paso >>

<< Mierda, que lenta soy >>

- ¡Eduardo! - abrí la puerta esperando encontrarlo aún en el pasillo, pero era muy tarde. Me asomé al por la ventanilla en las escaleras y pude verlo subir a su auto.

Más tarde mientras estaba en la cama mi celular sonó con un mensaje, al desbloquearlo encontré ignore todas las notificaciones de correos y cosas del trabajo y fui directamente a los mensajes que no había revisado en todo el día.

En el grupo que tenía con Lau y Bea, había un montón de fotos del cumpleaños de Tomi, muchas de los niños, y otras cuantas, de los adultos en la fiesta, pero la que llamo especialmente mi atención era una donde Tomi y Eduardo estaban jugando, Eduardo lo perseguía con las manos en alto como si fueran garras y Tomi corría riendo como loco.

Sonreía como tonta mirando el resto de las fotos, en una Eduardo agachado a la altura de Tomi hablando con él, otra de ambos tirados en el pasto y la siguiente era del montón de niños que se tiraron sobre Eduardo. Seguí revisando las fotos hasta que un mensaje de Eduardo apareció como notificación.

"¿Aún estas despierta?"

"Si"

Iba a dejarlo así, pero sentí que era una respuesta demasiado cortante, así que terminé por agregar.

"Lau me mando un montón de fotos del cumpleaños."

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