38. REPERCUSIONES

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Osh quiero, osh amo, osh adoro [gracias por esperar tanto] 

Beth 

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Eduardo 



– ¡Beca! – un grito me sobresalto, despertándome abruptamente, tenía a Rebeca con la mitad de su cuerpo apoyado sobre el mío, su cabeza en mi pecho y mis brazos rodeando su cintura, ¿En que momento terminamos así? No sabría decirlo, también estaba tapado por una delgada manta, mientras que Rebeca tenía mi saco sobre ella. Observé la escena que montábamos, durmiendo en el sofá, yo mirando al techo y Rebeca de lado mantenía su cabeza en mi pecho, pude notar el momento exacto en que despertó pues su respiración cambio con el siguiente grito – ¡Beca! ¡Beca!

– ¡Sh...! Laura los vas a despertar – murmuro la otra amiga de mi novia.

– Es que tiene que ver esto, voy por ella – Contrario la otra.

– No, no, déjalos – no podía estar más de acuerdo con ella.

– Déjame, ya durmieron lo suficiente – continuaron discutiendo, Rebeca comenzó a mirar a su alrededor analizando la situación, hasta que noto que la mantenía abrazada, cosa que la llevo a levantar la mirada hasta mí.

– Buenos días – le sonreí y no tardo en sonrojarse adorablemente.

– ¿Hace cuánto estas despierto?

– Beca – el grito se escuchó más de cerca esta vez-

– Desde el primer grito – reí, a la vez que una de las amigas de Rebeca hacia su aparición en el living.

– Lau, ya para – llego la otra corriendo intentando tapar su boca, pero ya no había caso, ambos estábamos despiertos.

Rebeca se puso en pie de un salto casi al momento en que sus amigas aparecieron. Yo por otra parte me mantuve en mi lugar observando la escena.

– No es lo que creen – se apresuró a explicar.

– ¿Qué? – la gritona pareció confundida y luego solo negó – No importa, pero tienes que venir a ver esto – la tomo del brazo y tiro de ella por el pasillo – vamos, vamos. – Me levante por la curiosidad

– ¿Qué sucede? – le pregunte a la otra amiga de Rebeca, su nombre empezaba con B, pero no lograba recordar cual era, la chica me miro con los ojos muy abiertos barriéndome con la mirada, alce una ceja, provocando que mirara en otra dirección

– Has perdido tus pantalones – pronuncio ruborizándose hasta las orejas.

– Mierda – murmuré y fue entonces que recordé como habíamos terminado durmiendo en aquel sillón...

Luego de la gala, me asegure de llevar a Rebeca hasta su casa sana y salva, por lo que, incluso me ofrecí a llevar a sus amigas a casa, además esperaba saber cómo se sentía respecto a todo lo que había pasado, en algún momento del viaje el tema tendría que salir, pero no conté con que sus amigas decidieran pasar la noche en su casa, y apostaría lo que fuera en que a ella también le sorprendió.

Cásate ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora