65. LO QUE FUE DEL PASTEL

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Rebeca

– Mami, mami – Tomi entro a la oficina de las tías del hogar corriendo para agarrar mi chaqueta y tirar de ella – Miguel ha visto el pastel y se puso a llorar, y Ricky se burló de él por llorar, pero Miguel le pego y ahora las tías están intentando separarlos.

– Vamos, vamos – Tomi nos guio a mí y Eduardo hasta el comedor donde los niños habían estado cenando.

Miguel era un chico nuevo en el hogar, bueno llevaba casi 4 meses, pero era un total misterio para las tías que cuidaban de los niños, desde su llegada se había aislado por completo del resto de los niños y solo jugaba con ellos cuando le dejaban ser el arquero en futbol, pocas veces hablaba lo que era extraño para un niño y aunque era mayor que Tomi se veía a simple vista tan desnutrido que había afectado a su crecimiento. El chico les estaba dando trabajo a los encargados, pero con el asistente social había comenzado a ceder poco a poco. Hoy era su cumpleaños, pero cuando llegamos al comedor nos encontramos en medio de una guerra escuche un par de platos quebrarse mientras una de las tías intento sujetarlo, Miguel tiro del mantel haciendo que todo terminara en el suelo, soltándose se movió hasta uno de los lugares en la mesa con intenciones de levantar la silla en la que había estado sentado.

– Edu... – antes que terminara de pedírselo, Eduardo estaba tomando al chico asegurándolo con sus brazos, el resto de los niños se había retirado lejos de la mesa en medio de la trifulca y lo miraban con espanto, los ojos de todos reflejaban una mezcla entre miedo y asombro, bueno casi todos el pequeño Ricky estaba tirado en el suelo con la nariz sangrando mientras Alison, la otra tía a cargo de la guardia nocturna intentaba ayudarlo.

Miguel seguía luchando, esta vez su lucha era por zafarse de Eduardo, pero se lo estaba dejando difícil.

– Muy bien niños, todos a sus habitaciones – alzo la voz Dalia, la otra tía encargada de cuidar a los niños durante la tarde y noche.

Los niños obedecieron y corriendo fuera del comedor, evitando a toda costa acercarse a Miguel, algunos incluso evitaban siquiera mirarlo. Tomi aún sostenía mi mano, sabía que estaba asustado al ver al pobre chico comportarse de esa manera, así como también sabía que quería ayudarlo.

Después de todo, había sido mi hijo quien le comento a las tías que Miguel estaría de cumpleaños – luego de escuchar a Miguel contarle a Oscar – ilusionado, propuso darle un feliz cumpleaños durante la cena, incluso me había pedido traer una torta, de hecho, había sido muy específico con respecto a cómo la torta debía ser. Pero nunca imagino que las cosas terminaran así, y temía que mi hijo se sintiera culpable por la situación.

– Ve con el resto de los niños, amor – le susurre agachándome

– Pero mami... – sus ojitos de preocupación impactaron con los míos, así que le di una sonrisa para tranquilizarlo

– Estará bien cariño, hablare con él – le guiñe un ojo y Tomi lo pensó unos segundos haciendo una línea recta con la boca hasta que finalmente se convenció a sí mismo y asintió, soltó mi mano y siguió al resto de los niños.

Alison ayudo a Ricky a ponerse en pie y lo guio fuera, siendo los últimos en salir dejándonos a los adultos en el comedor con Miguel

– Que debería hacer con el – murmuro Dalia negando con la cabeza al mirarlo – Es un niño sin remedio, solo ha hablado con Oscar y han sido ocasiones contadas.

– Creo que lo maltrataron mucho – había visto el vacío en sus ojos antes.

Años atrás la había descubierto en los ojos de mi hijo, cuando Tomi estuvo en un mal hogar donde quienes lo atendían no se preocupaban en absoluto de las condiciones de los niños, les dejaban sin comer y los golpeaban constantemente. Muchos niños llegaron a ser incluso abusados dentro de instituciones como esas antes de que alguien hiciera algo por ellos. Entonces la mirada de mi hijo se terminó igual de vacía que la mirada que encontraba ahora en los ojos de ese niño.

Cásate ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora