42. LA CALMA... Y CLARIDAD

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Eduardo




- Ya deja de estar mirando esa revista - le lance un cojín a Javier que le dio con todo en la cara.

- No seas amargado - alego sin quitar la vista de las paginas - tú la tienes todo el tiempo contigo, pero yo definitivamente no conocía esta faceta de Rebeca - se defendió mostrándome una de las fotos de la revista, una de las pocas en la que Rebeca posaba como una autentica modelo con seriedad en su rostro sentada en una silla con el respaldo por delante - ella realmente tiene talento, debería continuar modelando.

- ¿Me has levantado temprano en sábado solo para molestarme? - regañe, aguantando las ganas de sacarlo de mi casa a patadas y seguir durmiendo. Apenas eran las ocho de la mañana por que no podía aparecerse más tarde.

- No te hagas - se mofo - ya estabas despierto cuando llegue, apuesto a que saliste a comprar la revista mucho antes que yo llegara - mi silencio pareció delatarme porque entonces agrego con una sonrisa - Eso explicaría porque no quedaba ningún ejemplar en kilómetros a la redonda

- No sé de qué hablas - lo ignore por completo y subí a mi cuarto, cansado me desvestí quedando solo en bóxer y me tire a dormir.

La verdad era que me había levantado a las seis de la mañana para correr, pero no llevaba ni dos kilómetros cuando una revista con Rebeca en su portada comenzó a aparecer en todos los quioscos y escaparates de revistas por los que pasaba, y antes de siquiera notarlo estaba comprando no solo una si no todas las revistas de las tiendas a las que entraba, hasta que ya no pude cargar más.

El sonido de mi teléfono me saco de mi descanso por un momento, pero fue tan breve que no alcance a llegar hasta él, a decir verdad, ni siquiera estaba seguro de donde estaba, por lo que seguí durmiendo.

Para cuando volví a despertar ya casi era medio día, y mi estómago rugía de hambre luego de haberse saltado el desayuno, esperaba que Javier hubiese preparado alguno de los deliciosos platillos que solía inventar cuando experimentaba para luego llevarlos hasta el menú del hotel.

Al bajar encontré a Javier sentado en mi sofá conversando animadamente con nada más ni nada menos que mi hermana, Noe había llegado de sorpresa con mi pequeño sobrino Max.

- Hermanito - se levantó al verme junto a la escalera

- Hey Noe, ¿Qué haces aquí? - aún estaba intentando despertar, y me sentía algo atontado, me acerque para saludarla y ella dejo un sonoro beso en mi mejilla.

- ¿Qué? ¿No puedo visitar a mi hermanito mayor? - Javier se rio desde el sillón mientras le hacía gracia a Max que balbuceaba con las muecas de Javier.

- Creo que escuche tu llamada mientras dormía - reí, pero ella no comprendió de lo que hablaba - Yo no te he llamado - se encogió de hombros, supuse que había sido ella por que usualmente me llamaba antes de hacerme una visita, en caso de que estuviera indispuesto, pero no había sido así, y simplemente pase de tema.

- ¿Y dónde está tu grandulón? - pregunte mirando alrededor, esperando a que Luciano apareciese gruñendo por el apodo, pero todo parecía despejado.

- El no está aquí - me pego un codazo en las costillas - Y no lo llames así.

- Y dejar de molestarte cada vez que lo hago, ya quisieras. - Javier desde el sillón nos hizo callar mostrándonos a un dormido Max mientras le arrugaba el ceño con su dedo jugando con sus expresiones

Cásate ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora