9. PRIMERAS VECES.

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Rebeca




La luz se colaba por la ventana anunciando que un nuevo día estaba llegando.

Y aquí estaba yo, despertando por primera vez al lado de un hombre, no es como si pudiera ignorarlo fácilmente, el brazo de Eduardo me mantenía atrapada entre el respaldo del sillón y su pecho - bastante tonificado -

- Que estoy pensando - me grite internamente, apenas si me atrevía a respirar para no despertarlo, estábamos frente a frente y podía ver su rostro tranquilo mientras seguía durmiendo, no se veía como el terrible jefe que podía llegar a ser a veces, era más bien como una imagen que transmitía calidez y tranquilidad a mi pecho.

Jamás había dormido con un hombre - bueno a decir verdad si lo había hecho, pero dormir con mi hermano luego de ver una película de terror que me hizo creer que las sombras venían por mí, no cuenta - jamás había despertado con uno con el que tuviese una relación "romántica" - no sé si a esto se le pueda llamar así, pero bueno - tampoco es que hubiese tenido un novio antes.

-Rayos - murmure, necesitaba acallar mis pensamientos por unos segundos, lo sentí moverse un poco más, y para no caer del sillón se acercó aún más a mí - por favor - como si no hubiese tenido suficiente con todo lo anterior, ahora estaba definitivamente pegada a él y podía sentir su respiración en mis mejillas y si apoyaba mi oído en su pecho podía escuchar los latidos de su corazón ¿Era normal que también pudiese escuchar los míos? - Tranquilízate - me dije internamente, no podía ser tan terrible verdad, después de todo se suponía que me iba a casar con él, el hombre que me tenía atrapada aquí, con su brazo sosteniendo mi cintura - no era la gran cosa, solo era lo más lejos que jamás había llegado.

Por más que intentaba zafarme de su abraso sin despertarlo, era imposible, como si fuera una estatua de hierro, intente una vez más, pero lo único que logre fue despertarlo - ¡qué vergüenza! - grito mi lado cobarde y mientras lo veía al moverse para abrir los ojos, yo por acto reflejo cerré los míos y fingí dormir - hazte la loca y solo finge demencia - me repetía como un mantra.

Lo sentí moverse a mi lado pero no se apartó de mí, no podía arriesgarme a abrir los ojos así que simplemente espere, podría esperar todo el día si era necesario, estaba muy tranquilo, seguía sintiendo su pecho cerca mío y su respiración acompasada en mi mejilla, por primera vez fui consiente de donde estaba su otro brazo, debía tenerlo más que dormido sirviéndome como almohada toda la noche, movió el firme brazo que me había mantenido presa y paso su mano por mi cara retirando algún mechón sobre ella, esperaba que se alejara de mi lado al ver el terrible aspecto que debía tener de "recién despertando" pero en su lugar se mantuvo a mi lado y para mi sorpresa note como lentamente se acercaba aún más a mí - ¿Tiene que ser una broma verdad?, seguro se dio cuenta de que estoy despierta y espera reírse un poco de ... - ni siquiera logre terminar lo que estaba pensando cuando Eduardo junto sus labios con los míos - ¡UN BESO! - y no cualquiera, era mi primer beso.

Mantuvo sus labios pegados a los míos por lo que me pareció una eternidad, que se suponía que tenía que hacer yo, usualmente en las novelas leía que cuando te besaban tu tenías que devolver el beso, pero ¿cómo mierda se hace eso? No lo explicaban muy bien solo decían que ... no tampoco era el lugar ni el momento de seguir un beso, se supone que yo estaba dormida tenía que apegarme a mi papel.

Lo sentí alejarse lentamente y mis mejillas ardía como nunca antes - Apégate a tu papel, solo apégate a tu papel

-Sé que estas despierta - lo sentí reír y esta vez no solo mis mejillas ardieron, fue mi rostro completo, abrí mis ojos completamente y solo logré que su sonrisa fuera más grande.

Cásate ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora