26. FELIZ AÑO NUEVO

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Eduardo

Cuando Rebeca volvió a la habitación me hice el dormido mientras la escuchaba pasar de un lado a otro, espere que volviera a la cama y quisiera dormir un poco más, pero en su lugar escuche la puerta del armario cerrarse por lo que abrí los ojos y me senté sobre la cama, era inútil seguir acostado, ya no tenía sueño. Escuche como un golpe sonaba desde el armario y luego otro y otro, Rebeca parecía estar teniendo problemas allí adentro.

– Rebeca ¿Qué haces? – entonces un ruido sordo resonó en la habitación

– Mierda – salte de la cama y en tres pasos llegue al armario preocupado por el último golpe que había escuchado, pero al abrir la puerta encontré a Rebeca tirada en el suelo semidesnuda, estaba sentada con los brazos cruzados sobre los pechos para taparlos lo más posible. Sin poder evitarlo mis ojos escanearon casi de forma automática a la mujer frente a mi << ¿Que puedo decir? Era un hombre después de todo y ella demasiada tentación >> Rebeca no tardo en sonrojarse sus ojos estaban abiertos de par en par y ahora me regañaban silenciosamente

– No mires – me reto y yo solo pude voltear, la sentí moverse tras de mi

– ¿Estas bien? – le pregunte volteando levemente la cabeza en su dirección, pero de inmediato lo noto

– Eduardo, no voltees – me regaño nuevamente la escuche moverse entre las cosas y luego agrego – Ya puedes voltear – no necesite mayor invitación, Rebeca se había puesto una de mis leñadoras, tenía las mangas arremangadas por lo que le llegaban al codo, pero el resto de la camisa le quedaba gigante.

– ¿Qué paso? – pregunte agachándome a su lado, aún estaba sonrojada

– Perdí el equilibrio y caí – Pasé un brazo por su espalda y otro por debajo de sus piernas y antes que se diera cuenta la tenía levantada en volandas ella rápidamente se aferró a mi cuello – Eduardo, ¿Qué haces? – pidió explicaciones la hermosa morena que tenía en mis brazos – Bájame, bájame – sonreí haciendo caso omiso a lo que me decía mientras la llevaba hasta la orilla de la cama para dejarla ahí sentada - ¿Por qué has hecho eso? No necesitaba que me cargaras hasta aquí, puedo caminar perfectamente – Rebeca estaba molesta, cualquier otra chica hubiese creído que ello era romántico, pero Rebeca estaba molesta << Vaya mujer >>

– Tengo que asegurarme que mi novia se encuentre bien – me encogí de hombros agachándome a su lado y elle comenzó sonrojarse.

– Bueno, gra...gracias. Pero... -

– ¿Qué te paso en la cadera? – le interrumpí, antes había divisado un moretón sobre su cadera, pero ella me miro sin entender, por lo que levante un borde de la camisa dejando expuestas sus pantis negros y una mancha morado con azul de al menos unos 3 centímetros parecía bastante doloroso, pero ella estaba tan sorprendida como yo por aquella mancha azul

– No es nada – se apresuró a bajar la camisa – solo choque contra una esquina – la mire no muy feliz con su respuesta

– ¿Te golpeaste en alguna parte al caer?

– Nada grave, alcance a detener la caída con mis manos – revise sus manos estaban rojas, pero no parecían rotas o dañadas

– Debes ser más cuidadosa – bese el dorso de su mano y ella la retiro rápidamente.

– Lo seré, gracias – se levantó del borde de la cama y pude ver como mi camisa le cubría una pequeña parte de sus muslos, finalmente entendía el gusto de los hombres porque su chica usara su ropa, era algo un poco cavernícola, pero marcar terreno era importante para los machos. Pese a que me había distraído bastante con la recreativa vista, el esquivo actuar de Rebeca no me había pasado desapercibido. La seguí unos pasos

Cásate ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora