27. DE REGRESO A LA REALIDAD

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REBECA



– ¿Porque no se quedan unos días más? – insistió Elena mientras ayudaba a Eduardo a guardar el ultimo equipaje en la maleta.

– Mama sabes que te amo, pero Rebeca y yo tenemos que volver al trabajo

– Oh, pamplinas eres el jefe puedes hacer algo para...

– Con mayor razón madre, debo ser el ejemplo

– Ya mujer, deja a nuestro hijo marcharse tranquilo, Noemí se quedará un día más para tu felicidad.

– Nos vemos mamá – Eduardo aprovecho la interrupción de su padre para despedirse rápidamente

– Oh estaré por allá muy pronto, ni creas que ahora te desharás de mi – Elena lo abrazo por un largo rato y luego fue mi turno de despedirme

– Adiós Elena, muchas gracias por todo – nos abrazamos con cariño

– Ya nos veremos querida, ahora tenemos una boda que preparar – dijo emocionada

– En su momento – salí del paso, mientras Tomi se acercaba para despedirse también.

– Chao señora Nena

– Cariño, ahora que Eduardo y tu mamá se van a casar no veo por qué no nos empiezas a decir abuela y abuelo, de verdad lo adoraría – a Tomi le gustó la idea pues su sonrisa de ilusión fue inmensa.

– Adiós abuela – corrigió y luego se despidió de la misma forma de Gregorio.

El viaje de regreso fue mucho más corto que el de ida, por suerte no nos pillo el taco, ni tampoco la prensa que ya tenía sus focos apuntados a una celebridad en la cárcel por manejar en estado de ebriedad y un futbolista que lanza su primer libro, pero lo que la prensa aun no sospechaba era que Eduardo estaba comprometido y aunque el tema aun no era publico ¿Cuánto tiempo tardaría la prensa en descubrirlo? Aun peor ¿Cuánto tiempo podría mantener a Eduardo alejado de mis padres? Era una tonta por haberme molestado con él, Eduardo tenía razón tenía que solucionar los problemas con mis padres, pero no sería fácil.

– Que pasa cariño, estas muy callada – Eduardo llamo mi atención, llevaba un buen rato mirando por la ventana.

– Nada – negué – solo pensaba.

– ¿Debo preocuparme? – de no haber estado manejando le hubiese dado un buen golpe en las costillas.

– Tonto – me saco una sonrisa

Volver fue algo nuevo, ahora tenía a Tomi viviendo conmigo y debía reorganizar mi cotidianidad pensando en él, apenas lograba dejar a Tomi para ir a trabajar, las horas extras que llevaba haciendo desde que comencé en la empresa se volvieron parte del pasado, y el anillo de compromiso que me había dado Eduardo lo quité de mi dedo para guardarlo.

El primer día laboral del año apenas si pude terminarlo antes de correr a casa y abrazar a mi hijo.

¿Qué había estado haciendo? ¿Funcionaria tener niñera? Eran parte de mis nuevas preocupaciones diarias, por otra parte, unas vacaciones masivas como las que la empresa otorgaba cada año no podía pasar sin repercusiones como cada año el trabajo de vuelta era interminable y salvo juntas estrictamente necesarias no había visto o hablado con Eduardo. Se me hizo extraño no verlo tan seguido como antes, pero ambos estábamos tan ocupados que apenas si teníamos tiempo de pensar aquello, por otro lado, tenia a mi pasante totalmente ocupado intentando recuperar el archivo que tanto trabaja me había tomado y que Eduardo tan fácilmente había eliminado. Las seis de la tarde habían dado, del día lunes y apenas termine con mi horario, tome todas mis cosas y me encamine a casa estaba ansiosa Tomi estaría allí esperándome, podríamos jugar un rato, cenaríamos juntos y luego lo llevaría a dormir en su propia cama, en su propio cuarto.

Cásate ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora