55. PARANOIA

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Eduardo



Un ruido metálico fuera de la habitación me sobresalto, despertándome aturdido lo primero que vi fue a Rebeca a mi lado, que aun dormida. Levante la cabeza para mirar hacia la puerta que daba al pasillo de habitaciones en el hospital, por las rendijas de esta se filtraba la luz, pero no parecía haber nada, agudice el oído por unos segundos sin ser capaz de escuchar sonido alguno del otro lado, intentado dormirme nuevamente me acomode junto a mi mujer. Respire profundo relajándome intentando volver a conciliar el sueño, pero segundos más tarde cuando estaba a punto de lograrlo, nuevamente lo sentí, alerta, note que esta vez el ruido se sentía como pisadas lentas, como si alguien intentara ser extremadamente sigiloso y no lo consiguiera en absoluto.

Me levante con cuidado sin querer despertar a Rebeca, y camine hacia la puerta intrigado, por un momento la luz que se filtraba por las rendijas de la puerta se atenuó, al mismo tiempo que las pisadas cesaban. Quien fuera que estuviera del otro lado, estaba ahora mismo tras la puerta, aturdido contuve la respiración por unos segundos al escuchar el clásico chasquido al quitarle el seguro a un arma, el corazón en mi pecho dio un fuerte golpe antes de comenzar a latir desbocadamente,

<< ¿Qué mierda? >>

Mi primer impulso al ver la manilla de la puerta girar lentamente fue retroceder mientras sentía como una corriente fría atravesaba mi espalda, de inmediato pensé que asegurarla antes que lograra abrirla por completo sería una mucho mejor idea por lo que contra todos mis instintos me pegue a la puerta y mientras giraba lentamente la manilla presione el botón que bloqueaba el cerrojo, y retrocedí lentamente con el corazón en la garganta latiéndome desbocadamente.

Al dar media vuelta el ensordecedor sonido de un disparo me recibió, impactándome de lleno, el shock me corto la respiración por unos segundos, hasta que fui consiente que el disparo no me había dado a mí, mire la cama de hospital vacía y la luz que se filtraba por las cortinas me mostro entre las sombras la silueta de un hombre que con la mano alzada frente a él y una arma humeante apuntando su objetivo a mi derecha.

– Rebeca – la vi respirar entrecortadamente mientras aferraba su mano contra su pecho de donde brotaba sangre sin parar, entre jadeos y chillidos la vi caer al suelo como si fuera en cámara lenta mientras que mis piernas bloqueadas por el terror de la escena me impedían llegar hasta ella.

– Eduardo – me miro en medio de la oscuridad apenas podía percibir detalles, pero la sangre parecía brillar en la oscuridad, y su boca y torso estaban llenos de esta. – Eduardo – alzo más la voz, entonces un segundo disparo se hizo oír y el sonido retumbo por todo el lugar – Eduardo –

Respire ahogado abriendo los ojos nuevamente, la habitación estaba completamente iluminada y Rebeca sentada a mi lado me miraba con preocupación

– Tranquilo, tranquilo, solo fue una pesadilla –sentándome a su par la pegue a mi abrazándola mientras intentaba obligar a mi corazón ir más despacio, Rebeca movió su mano acariciándome con suavidad.

<< Dios, solo fue un mal sueño >> respire profundo un par de veces sintiendo como la caricia de Rebeca me relajaba

– ¿Estas bien? – me estudio detenidamente – ¿Que soñabas Eduardo? – me pregunto mirándome a los ojos, podía ver preocupación en ellos, un corto recuerdo de mi sueño e hizo negar. Y abrazándola nuevamente la tire conmigo para recostarnos otra vez.

– Nada que valga la pena recordar – bese su coronilla – Lo siento si te desperté.

– Eso no importa – negó, apoyando su cabeza en mi pecho mientras trazaba descuidadas líneas por mi torso con sus dedos – Por otra parte, sí que tienes el sueño pesado – comento a modo de burla – no lograba que despertaras por más que te movía.

Cásate ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora