Rebeca
Tomi y Maira se había puesto de acuerdo para encontrarse en La Granja aprovechando que la escuela les había dado el día libre en post de un claustro de maestros y profesores. Para cuando llegamos al hogar Maira había reunido todo un grupo de chicas con las que solía jugar para enfrentar a los chicos en un partido. Y dado que tanto yo como los padres de Maira no éramos jueces imparciales según los chicos, fueron a por Oscar – el trabajador social del hogar.
Así que con el arbitro listo, los equipos acordaron un par de reglas antes de dar inicio al partido.
Pese a las intenciones de Maira por hacer participar a todas las chicas, muchas veces entre los pases que se daban perdían la pelota ante uno que otro pilluelo que intentaba asustarlas, salvo por Miguel que era el único chico que parecía preocuparse por no ser demasiado brusco – una ternura – Los chicos definitivamente se encargaron de dominar la pelota por el mayor tiempo, pero de igual forma el equipo de no estaba tan consolidado como el de las chicas, supongo que estaban acostumbrados a jugar entre ellos pero no todos juntos así que a ratos, Ricky y Tomi tenían sus encontrones al dar instrucciones como los capitanes que solían ser, al menos Sergio – aunque fuese menor que ambos – los mantenía a línea separándolos cada vez que estos estaban listos para darse un par de empujones, así que las chicas se aprovechaban de sus rencillas internas para hacerse con la pelota y correr todas juntas hasta la portería. Todo iba bastante bien, hasta que uno de los chicos le hizo una falta a una de las chicas, tirándola al suelo cuando ni siquiera tenia la pelota. Claramente Oscar castigo al equipo de los chicos, permitiendo que las chicas lanzaran al arco, con lo que las chicas lograron igualar el marcador, su juego entonces comenzó a ser más directo, parecían ya no tener miedo de que los chicos las pudiesen golpear o empujar – supongo que también ayudo el que los chicos intentaran ser cuidadosos cuando se acercaban, ya que no querían exponerse a otra falta – Maira y Tomi se encontraron en una orilla de la cancha, Mai llevaba la pelota liderando a las chicas al arco contrario pero Tomi no dejaría que avanzara mucho más.
– ¡Vamos hija! – grito el padre de Mai a mi lado – No dejes que te la quite.
Mai miro a su padre desde la cancha y por un segundo Tomi hizo contacto con la pelota estando a punto de quitársela, pero Mai reacciono a tiempo moviendo la pelota levemente hacia atrás sacándola del ángulo de Tomi, dio media vuelta dándole la espalda a mi hijo protegiendo así el balón con su cuerpo mientras buscaba a alguna de sus amigas para un pase. Una chiquitita de lentes paso corriendo por su lado y Maira le dio el pase y corrió tras ella dejando a mi hijo derrotando en medio de la cancha. Le di un vistazo al padre de Maira que parecía emocionado e impresionado por partes iguales, el hombre no lucia, precisamente, como un fan de los deportes, con su estilo tan intelectual de vestir, pero en estos momentos era el mayor fan de su pequeña jugadora.
Mai recibió de regreso el balón y entro en el área que los chicos habían marcado como de tiro, pero cuando estaba por lanzar al arco apareció Sergio para tapar su tiro intentando barrerla junto a la pelota. Provocando que esta cayera al suelo.
– Oye – grito a mi lado – eso es falta – su seguridad tambaleo un poco cuando me miro para asegurarse – Es falta ¿Verdad?
– Bueno, técnicamente fue a por la pelota – le explique – Mai fue algo así como daño colateral. Pero ya que estaba en el área del arquero, creo que los chicos les deben un tiro libre.
– ¿Tiro libre?
– Bueno, no estoy segura. Tampoco se mucho de futbol – me disculpe.
– Nunca creí decir esto, pero necesito leer de futbol, Maira parece amarlo.
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Cásate Conmigo
RomanceTodo lo que quiere Eduardo es algo de paz, a pesar de la prensa, los socios de su empresa y su familia. Todo lo que quiere Rebeca es la custodia de su hijo, a pesar de la justicia que la califica como no apta. Los problemas de Eduardo se solucionar...