29. NADA MÁS DE HOSPITALES

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Rebeca



<< Mierda, mierda y más mierda >>

Cinco horas en el hospital, llevábamos cinco horas aquí y los doctores eran incapaces de darme diagnostico alguno.

Desde que llegamos en la ambulancia, Eduardo había pasado las puertas de emergencia y desde entonces no había vuelto a salir al igual que los doctores que me tenían en ascuas. Eduardo tenía fiebre y su cuerpo se debilito en extremo, tanto así que termino en el suelo de la oficina

– Debí darme cuenta -

Cuando caí sobre el en su oficina tendría que haber lo notado, o cuando Amanda me dijo que había estado todo el día encerrado en su oficina sin dar señales de vida, pero estaba tan molesta con el que preferí ignorarlo.

Justo cuando iba de salida de la oficina, y lo único que tenía en mente era llegar a casa para ver a Tomi y estar con él hasta que se durmiera, Amanda me detuvo estaba pálida y en sus ojos leí el nerviosismo.

– Don Eduardo no responde – fue todo lo que necesito para ponerme alerta

– ¿Cómo que no responde? – pensé que hablaba de su teléfono o no lo sé, pero entonces agrego

–Ha estado encerrado en su oficina todo el día, no salió a comer y tampoco fue a la reunión que tenía con los accionistas. Y ahora señorita no responde la puerta – la pobre Amanda estaba al borde de una crisis

– Eduardo – golpee la puerta – Eduardo ¿Estás ahí? Responde –golpee con mis nudillos la puerta, pero nada.

Pasamos un buen rato fuera de su puerta hasta que finalmente abrió. Para mi mala suerte termine cayendo sobre el luego de perder el equilibrio cuando abrió abruptamente la puerta, pero el solo se dedicó a hacer insinuaciones molestas, me aleje enojada otra vez pensando en que hoy Eduardo definitivamente era un idiota, pero entonces el me siguió fuera de su oficina y aun así lo ignore, lo ignore hasta que escuche un estruendo un montón de cosas cayendo al suelo y luego él.

Recién en entonces lo note, Eduardo había estado enfermo ardía en fiebre y su frente estaba perlada por el frio sudor. Ser mamá te da un sentido especial para reconocer cuando alguien está realmente enfermo o solo lo está fingiendo, gracias a ser mamá también aprendí a reconocer los síntomas de las enfermedades. Amanda me comento que Eduardo parecía cansado, además de la fiebre, y el mareo que lo llevo a caer. Mi diagnóstico: posiblemente gripe. Pero a los doctores poco les importaba la poco profesional opinión de una chica, horas después aún estaba en el hospital.

Esperando.

Esperando.

Y esperando.

Amanda me hizo compañía durante la primera hora, aproveche ese momento para hablar con Daniela y contarle la situación – no sabía cuánto tiempo me quedaría en el hospital y quería saber cómo estaba mi hijo – por supuesto Tomi al saber que Eduardo estaba en el hospital no se quedó tranquilo hasta que media hora después Daniela me preguntaba si podía traerlo conmigo. No pude discutir mucho, finalmente estuve de acuerdo. ¿Qué mejor que tener a mi pequeño conmigo? Aunque fuese en el hospital.

Minutos después, Tomi corría a mí con una carita de preocupación adorable. Daniela venia corriendo tras él con un bolso en la mano.

– Mami ¿Qué le paso a Eduardo? – fue lo primero que dijo.

– Creo que tiene gripe, pero aún no he hablado con el doctor. – No te preocupes mamita, Eduardo es muy fuerte – me agaché a su altura para abrazarlo y el susurro en mi oído – por algo lo elegí para ser mi papá.

Cásate ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora