Eduardo
Llevaba días queriendo llevar a Rebeca a cenar, pero cada vez que lo intentaba algo se presentaba, primero una reunión con un accionista, luego problemas con el departamento de operaciones; con todos los cambios que había estado viviendo en la empresa, pasaba más tiempo en juntas, almuerzos de negocios o simplemente solucionando problemas con el nuevo subdirector. Rebeca claro había estado haciendo un excelente trabajo en ponerlo al día con todas las áreas y políticas de la empresa, pero aun así habían cosas que terminaba arreglando directamente conmigo, muchos de los problemas a los que Guillermo nos había arrastrado sobre todo en el tema de confianza con nuestros clientes habían sido manejados personalmente por la directiva, pero mucho me temía que a este paso los problemas de la empresa me seguirían a mi luna de miel.
Esperaba pasar al menos una semana sin tener que estar pendiente de todo. Pero no importaba cuanto lo intentara mi trabajo me mantenía demasiado ocupado, incluso hoy termine trabajando horas extra en la oficina. Mire la pila de delgadas carpetas colocadas minuciosamente sobre mi escritorio, era lo único que podía destacar del trabajo de mi nueva secretaria, solo era cuidadosa entregando cosas en mi despacho por que el resto de su jornada no se enteraba de nada de lo que ocurría aquí.
<< Debería haberla despedido hace mucho >>
Si la despedía necesitaría una nueva secretaria, y podría pedirle ayuda a Rebeca con el reclutamiento, sería una excelente excusa para pasar tiempo juntos en la oficina y ella no se negaría sabiendo lo importante que es para mí tener una secretaria que sea capaz de seguirme el paso. Pero la verdad es que solo quería estar con Rebeca.
Miré el anillo en mi dedo, y no pude evitar reírme de la situación en la que Rebeca me había puesto hace ya dos semanas adelantándose a mis planes para pedirme matrimonio ella misma.
<< Si que era de armas tomar esa mujer >>
Desde que regresamos de la playa, le he estado dando vueltas al donde viviríamos, cuando hable el tema con Rebeca había estado de acuerdo en mudarse a mi casa que era mucho más grande que su apartamento, el problema es que de hecho ambos lugares solo tenían dos habitaciones y puede que para comenzar estuviese bien, pero no planeaba que fuésemos tres por mucho tiempo, así que ahora el buscar un nuevo hogar seria mi misión secreta, esperaba sorprender a Rebeca.
– Señor Eduardo ¿Por qué no me sorprende? – me sonrió Osvaldo sacándome de mis pensamientos.
– Buenas noches Osvaldo, no te quedes ahí, pasa...
– Usted no descansa joven – se acercó un poco sin embargo no tomo asiento – debería ir a casa y olvidarse de tanto trabajo.
– Necesito dejar todo esto en orden antes de pensar en descansar – me encogí de hombros recostándome en mi sillón. Guillermo había provocado daños profundos en la empresa, pero un daño aún más profundo en la vida de Osvaldo al dejarlo creer que había provocado aquella millonaria crisis años atrás, luego de ello Osvaldo perdió su confianza y no quiso volver a trabajar con las cuentas de los clientes, en su lugar eligió realizar trabajos menores en la oficina, que luego se convirtieron en recados y pedidos, y finalmente encontró su lugar como conserje del edificio, pero la vida de Osvaldo hubiese sido muy diferente de no haber sido por Guillermo.
– Osvaldo, quisiera preguntarte algo.
– Usted dirá joven – sonrió le indique que tomara asiento y con una sonrisa accedió.
– ¿Por qué no aceptaste la indemnización que mi padre te ofreció? – había respaldado totalmente aquella decisión de mi padre cuando me la comento, pero nos sorprendió que Osvaldo se negase a recibirla.
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Cásate Conmigo
RomanceTodo lo que quiere Eduardo es algo de paz, a pesar de la prensa, los socios de su empresa y su familia. Todo lo que quiere Rebeca es la custodia de su hijo, a pesar de la justicia que la califica como no apta. Los problemas de Eduardo se solucionar...