Eduardo
-Me casare – susurre para mí mismo una vez que Rebeca había salido de mi oficina, y el resto de la semana no pude dejar de darle vueltas al asunto. No es que me estuviese echando para atrás – después de todo yo había iniciado con la idea – pero por alguna razón no podía dejar de sentirme inquieto, una cosa era la idea de casarme y otra cosa muy diferente era el hecho de hacerlo. Además, si me casaba muchas cosas tendrían que cambiar, para ser sincero no estaba muy contento con tener que cambiar muchos de mis hábitos. Por ejemplo, mis salidas nocturnas, ya no podría ir a clubes como he hecho hasta ahora y ya no podre acostarme con cualquier preciosidad que se me cruce por delante – más que mal, la fidelidad es un punto muy importante para mí, aunque nuestro matrimonio sea solo un acuerdo de conveniencia, ambos debíamos tener en cuenta ese punto al menos por respeto mutuo.
Otra cosa que no pude dejar de hacer fue observar de manera descarada a la señorita Rodríguez – Rebeca – como me había pedido que la llamara. La verdad es que no hay mejor forma de conocer a una persona que observándola, no es que sea un acosador por eso, es solo que en esta semana muchas cosas han cambiado, y he aprendido a ver cosas que antes no había visto. Aunque creo que mi mas gran revelación ha sido el darme cuenta que siento cierta atracción hacia Rebeca, algo que jamás hubiese descubierto de no ser por la necesidad de limpiar – o arreglar – mi imagen.
Y hablando de la reina de roma, Rebeca acababa de entrar a mi oficina. Lo cual me pareció extraño pues no teníamos ninguna reunión agenda, por lo que solo podía significar una cosa
- Has venido a retractarte – enarque una ceja y ella por un momento detuvo su confiada forma de andar para pestañear confundida.
- No – arrugo un poco el ceño – Tenemos un trato, no me digas que ya quieres huir de la responsabilidad – se burló de mí.
- Para nada señorita, un trato es un trato –
- Y es de eso mismo de lo que te quiero hablar – toda mi atención fue captada por ella
- Te escucho – le indique que se sentase y mientras lo hacía le di una rápida escaneada, hoy traía unos pantalones bastante sueltos, aunque como siempre – protocolarmente – elegantes, una blusa con un escote bastante interesante – en forma de V que en ella lucia realmente sofisticado, aunque fuera realmente sexy – y una chaqueta a juego con los pantalones. Para finalizar una cola de caballo atrapaba todo su cabello, realmente lo prefería suelto, pero a ella le iba bien de todas formas ojos delineados suavemente y sus labios de un rosa oscuro que si no la conociera pensaría que se ha esmerado bastante pintándolos, pero la verdad es que es su tono natural de labios. No estaba muy seguro de si hacerle un cumplido por su aspecto sonaría como un acosador o como un acto de galantería por lo que ante la duda preferí reservármelo para mí mismo.
-Veras, ya hemos acordado esta locura de casarnos – aclaro – pero creo que debemos tener algunas reglas, no podemos hacer las cosas a tontas y a locas.
- Estoy totalmente de acuerdo, que propones.
- Establezcamos un número igual de condiciones que serán como una cláusula de nuestro trato, si alguno de los dos rompe alguna clausula el trato se termina.
-Muy bien
-Okey, voy primero numero 1: Debes prometer que harás todo para que pueda adoptar a Tomi – su seriedad a veces me impresionaba
-Por supuesto, ya te dije que casarnos es la mejor opción para ti porque cumplirás con los requisitos de la adopción. Incluso pondré a mis abogados a tu disposición si así lo requiere la situación – ella pareció respirar más tranquila.
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Cásate Conmigo
RomanceTodo lo que quiere Eduardo es algo de paz, a pesar de la prensa, los socios de su empresa y su familia. Todo lo que quiere Rebeca es la custodia de su hijo, a pesar de la justicia que la califica como no apta. Los problemas de Eduardo se solucionar...