34. NO SON CELOS, O ¿TAL VEZ SI?

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Eduardo


Durante la semana Rebeca me había comentado que pasaría el fin de semana en la casa de su abuela, y sabía que Tomi era el más emocionado con la idea y me alegraba que pudieran pasar tiempo juntos, después de todo, eso era lo que Rebeca más quería, estar con su hijo.

Hasta ahí todo bien, pero cuando Javier me pregunto si saldría con Rebeca el fin de semana, y mi respuesta fue "Ella está en casa de su abuela", no descanso hasta convencerme de ir por ella y Tomi. Y ¿Por qué no? Casi me parecía la mejor idea que Javier ha tenido, hasta ahora, pero al llegar a casa de la abuela de Rebeca, no estaban solo ella y Tomi, un sujeto abrazaba a mi novia, y ambos reían.

<< ¿Celoso yo? Para nada >>

Me aclare la garganta para llamar la atención, pero ninguno pareció notarme tan exhortos en su diversión, por lo que pase al segundo plan.

<< A quien engaño, estaba bastante celoso >>

– Interrumpo algo – ambos se separaron, Rebeca me miro sorprendida.

– Eduardo – Se acercó a mi mientras se pasaba la mano por la frente donde tenía una mancha de pintura fresca

– ¿Qué tal? Amigo – saludo su amigo desde su lugar. Yo solo alcé mis cejas y moví la cabeza en son de saludo

– Que tal – respondí finalmente cortante.

– ¿Qué haces aquí? – la sorpresa de Rebeca me hubiese molestado de no ser por la sonrisa que llevaba.

<< Es tan linda cuando sonríe así ¿Qué me pasa? Se supone que estoy molesto >>

– Mi reunión termino antes y pensé en sorprenderte – su amigo seguía parado en frente nuestro, observando nuestra escena.

<< Porque no podía simplemente desaparecer aquel idiota >>

<< Y ¿Por qué me molesta tanto? >>

– ¿Y él? – pregunte fingiendo desinterés, un acto estúpido porque incluso yo notaba lo celoso que estaba, pero rayos es su ex ¿Por qué se tiene que estar aquí?

– Félix vino a ayudarnos – Me sonrió encogiéndose de hombros – ¿Cómo llegaste hasta aquí?

– Soy Eduardo Redstone, Rebeca – le explique, y ella simplemente rodo los ojos – Le pregunte al hombre del mini-súper, cuál era la casa de tu abuela. Ya sabes...

– Pueblo chico, infierno grande – termino ella por mí, sonriendo – Me alegra que este aquí – toda la molestia que tenía por los celos, se derritió por su sonrisa.

Cásate ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora