64. NEXT TO ME

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Eduardo


– Sky capitals, nuestro limite es el cielo – recite el tan conocido eslogan que apareció por meses en casi todos los medios de comunicación, la publicidad masiva había sido una buena idea, lástima que su campaña no convenciera tanto como esperaron – Debieron darle un mejor uso a los millones que gastaste en publicidad.

– Eduardo Redstone – me observo mi nuevo objetivo, parado en la puerta de su oficina en un traje que gritaba hecho a medida solo para lucirse – Debo admitir que me siento decepcionado, cuando me secretaria me dijo que alguien me esperaba en mi oficina creí que podía ser algo más interesante – el hombre jugo su carta, intentando empoderarse de la confianza que debiese tener estando en su terreno.

<< Como si eso me hubiese detenido alguna vez >>

– ¿Esperabas a alguien más? Tu esposa tal vez – metí las manos a mi bolsillo relajadamente – o mejor aún, alguna de tus amantes – No era un secreto para nadie lo que acababa de mencionar, pero nunca esta demás jugar con la presa.

– Buen intento – se rio a modo de defensa – pero no creo que hayas venido hasta aquí para discutir sobre mis amantes – el hombre confiado tomo asiento tras su escritorio – a menos claro que quieras que te presente a alguna, he oído que estas por casarte, por lo general las cosas se enfrían después del matrimonio no antes – mis labios se elevaron en una fría sonrisa ante su ocurrencia, no todos tenían el tino para elegir bien con quien pasar el resto de sus días, ese era otra de las razones por las que no le veía sentido a buscar una relación formal, pero en el caso del hombre frente a mí, me atrevería a decir que jamás le importo realmente quien era su esposa, incluso las peores parejas, pueden darse la oportunidad para hacer funcionar una relación, eso era algo que había aprendido con Rebeca – ¿Un trago? – señalo su pequeño bar en una esquina de la oficina.

– No gracias, pero tienes razón no tengo interés en tu vida privada, sino más bien en tus negocios.

– Finalmente aceptaras mi propuesta de participar con tu cadena hotelera, tengo clientes que amaran ser parte de alguno de tus proyectos hoteleros.

– Julián, no te confundas – lo detuve de su parloteo innecesario – Sabes que pienso en grande – el aludido frente a mi alzo una ceja expectante, aunque nada le preparo para mis siguientes palabras – Quiero comprar tu empresa.

No necesitaba suavizar mis intenciones, Julián era un hombre altamente ambicioso, pero sin visión ni intenciones de tomar riesgos su empresa había despegado, pero para mantenerse en la cima necesitaría mucho más.

– ¿Comprar mi empresa? Piensas saltar por la borda antes que el barco de tu familia se hunda por completo – como lo imaginaba, los rumores en el mundo de los negocios corrían rápido, en las últimas semanas muchos clientes habían intentado cortar sus relaciones con la empresa, al paso que íbamos era imposible que la empresa de mi familia no se tambaleara.

– Ese es un barco imposible de hundir – refute calmadamente.

– Lo mismo dijeron del Titanic, pero bien conocemos su historia – contraataco, levantándose para caminar hasta su minibar y servirse algo que no alcanzaba a distinguir

– Julián, me conoces hace un par de años – me acomode aún más en la silla – No soy de los que juegan seguro para evitar perder, prefiero tomar riesgos y ganar a lo grande.

– Quieres fusionar mi empresa con la de tu familia – volteo con un trago ya servido.

– Corrección – me levante de la silla para mirar por los ventanales a mi lado – quiero agregar una nueva área de inversiones a la empresa de mi familia.

Cásate ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora