75. CADA DIA POR EL RESTO DE MI VIDA (PARTE IV)

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Rebeca


– ¿Ya anotaste los números de teléfono que te di?

– Si – respondió exasperada – Hija, ya lo has preguntado unas ocho veces

– Okey, entonces repasemos – comente mordisqueándome el pulgar nerviosamente – Pasaremos esta noche en casa, mañana volaremos a Santorini durante la tarde y aterrizaremos pasado mañana. Si sucede alguna emergencia no tendremos cobertura en el vuelo pero tenemos dos escalas en el camino y podremos revisar cualquier mensaje, cuando estemos en Grecia puede...

– Que tu celular no tenga cobertura, pero Eduardo siempre tiene señal en todas partes. También puedo llamar al hotel ...

- O pueden comunicarse con la embajada si es necesario – se burló Eduardo entrando a la habitación donde estaba con mi mamá y Mimi que dormía plácidamente luego de su acabar con sus energías en la pista. – Amor, ¿No crees que exageras demasiado? – Me madre le sonrió a Eduardo con esperanzas.

– Lo mismo digo yo. Solo te falta comprar un teléfono satelital.

– ¿Podríamos hacer eso? – mire a Eduardo con intriga – Sinceramente madre, es lo mejor que te he escuchado en años. – Mamá rodo los ojos dándose por vencida conmigo.

– Solo esteremos de luna de miel una semana – Eduardo froto mis brazos intentando tranquilizarme – ¿Qué puede pasar en solo una semana? – sus cejas alzadas intentando encontrar una respuesta positiva en mí no estaban dando resaltados. Con mi dedo baje su ceja haciendo un leve puchero.

– ¿De verdad tenemos que ir tan lejos?

– Por supuesto que el destino merece la pena ¿Dónde esperabas ir?

– Algo más cerquita, Varadero, Punta Cana, Rio... la lista sigue – Eduardo se rio de mis propuesta, cuando ambos sabíamos que a mitad de año bajaba la temperatura en el hemisferio sur.

– Dios mío, Rebeca – soltó mi madre con dramatismo – apenas llevas un par de horas de casada y ya te estas quejando.

– Ya no acepta devoluciones ¿Verdad? – Eduardo bromeo con mi madre mientras me abrazaba.

– Que no te escuche mi papá o te cobrara la palabra – canturree sintiendo su pecho vibrar con una risa.

– Le gusto demasiado a tu madre como para que se lo permita – rebatió ganándose el apoyo de mí.

– Así es – mamá le guiño un ojo cómplice.

– Bueno, bueno... ¿Están listos los novios para su noche de boda? – apareció Elena sonriente, justo a tiempo para emparejar el partido.

– Puede que Rebeca necesite repasar otro par de veces todos los números de emergencia

– Eduardo – lo regaño Elena dulcemente, no pude evitar alzarle las cejas con una sonrisa sabiéndome protegida por mi (ahora oficial) suegra.

– Es fácil para ti, te la pasas yendo de un lugar a otro por negocios, yo nunca he estado a más de una hora de distancia de Tomi

– Lo se amor, te prometo que cuando tenga vacaciones en la escuela haremos un viaje todos juntos. Donde tú quieras – Me sentía como una niña pequeña recibiendo un dulce a cambio de portarme bien.

– Okey – respondí incapaz de seguir quejándome con mi esposo –

– Deberían de bajar a despedirse de los invitados, hoy a sido un largo día y es de que los novios tengan tiempo a solas para descansar – recalco lo último – antes de partir su viaje. Y cariño, no te preocupes de nada aquí las abuelas nos turnaremos para cuidar de Tomi – Elena me guiño un ojo mientras nos guiaba fuera de la habitación. Con Eduardo nos encaminamos de regreso al gran salón donde se había llevado a cabo la celebración.

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