68. ¿SEGUIRAS AMANDOME?

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¡ ¡ ¡ ¡ ¡  S O R P R E S A ! ! ! ! !



Eduardo

– Mira cariño, a que no se me vería perfecto este juego de diamantes – señalo la mujer que a diario se las ingeniaba para despilfarrar mi dinero, con cada uno de sus caprichos estaba agotando gota a gota mi dinero.

– Creo sinceramente que no tienen diferencia con los que ya tienes amor. ¿Por qué quieres otros? – espere una respuesta algo menos escueta que una ceja alzada.

– Ay Eduardo eres tan poco detallista – soltó con una molesta mirada antes de volver su completa atención al computador en sus piernas.

– Vamos nena– le llame por el mote cariñoso de siempre – ¿Por qué no dejas de lado ese catálogo de diamantes y hacemos algo mucho más placentero? - Le propuse sugerente, acercándome a ella en la cama, pero la mujer con la que compartía mi vida no hizo más que ignorarme

– Esta noche no Eduardo, me duele la cabeza – se excusó e hizo a un lado la laptop para levantarse y salir de la habitación dejándome solo, intentando descifrar porque me estaba castigando esta vez.

Al rato la mujer con la que llevaba algo más de un año de pareja regresó a la cama junto a mí, pero sin despegar la vista de su teléfono mientras se texteaba con alguna de sus amigas. Vernos así me provocaba pensar con desagrado ¿Cómo terminamos siendo tan distantes? Podíamos compartir cama a diario, pero la sentía tan lejana a mí, como si no compartiésemos nada en absoluto.

– Buenas noches – soltó fría apagando su teléfono antes de dar me la espalda

– Vamos Ruby mío, al menos dame una pista de que es lo que te molesta – intente contentarnos antes de dormir, quería a la mujer a mi lado esta noche.

– Es que es increíble que nada de lo que te digo seas capaz de recordar – se volteó molesta, haciendo una pequeña rabieta – En serio Eduardo estoy empezando a odiar esta faceta tuya.

– Lo siento, sabes que tengo muchas cosas en la cabeza ahora mismo.

– Así que lo olvidaste y eso debería bastarme – reclamo cruzándose de brazos

– No es eso, nena lo siento – intente persuadirla con mis disculpas.

– Por supuesto que no Eduardo, me plantaste frente a mis amigas, llegas tarde a nuestras citas y para peor olvidas los eventos importantes de nuestro circulo. Te juro que ya parecemos una pareja de viejos que no se divierten para nada

– Por supuesto que nos divertimos

– ¿Es enserio? Dime Eduardo, cuando fue nuestra última noche de fiesta.

– Hace menos de una semana

– Ni siquiera lo recuerdas – grito con rabia – antes solíamos divertirnos mucho más, ir de fiestas casi a diario, pero ahora todo lo que tienes en la cabeza es tu estúpido trabajo.

– Tengo que trabajar para ganarme el dinero, de donde crees que salen tantos lujos – reclame – y no necesitamos ir de fiestas para divertirnos

– Ese serás tú, yo disfruto ir de fiesta con mis amigas

– Si tanto lo deseas porque no simplemente vas y ya

– Pues eso haré, ya me cansé de esperarte Eduardo de ahora en adelante me divertiré yo sola.

– Bien – respondí molesto ante su actitud tan infantil, porque no podía apoyarme o siquiera entenderme.

Cásate ConmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora