12. ¿UN DÍA EN FAMILIA?

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Eduardo




-Vamos Darwin corre – Tomi animaba al porfiado de Darwin a correr tras la pelota mi San Bernardo de 6 años quien le ladraba juguetonamente feliz de que conocer a alguien nuevo – Vamos, ve por la pelota solo tienes que moverte un poco – insistió Tomi sin rendirse.

- Vamos Darwin ve por la pelota – intente esta vez yo,

Rebeca que hasta ahora había estado sentada a la sombra una hamaca se levantó para tomar la pelota que un poco antes Tomi había lanzado para Darwin.

-Vamos grandote – sonrió mientras lanzaba la pelota, increíblemente Darwin se levantó alocado y corrió, pero no precisamente para llegar a la pelota, ni cerca, más bien se lanzó sobre ella, derribándole en el suelo.

- ¡Mamá! – asombrados Tomi y yo corrimos a ayudarla con el gigante San Bernardo que ahora se encontraba sobre ella repartiendo besos perrunos por toda su cara.

-No, grandulón para – intentaba decir entre risas y besos perrunos mi San Bernardo le daba.

- Darwin, chis – en cuento mi perro me escucho ese sonido se congelo y luego me miro mientras se alejaba de Rebeca con la cabeza gacha.

- ¿Chis? – rió Rebeca mientras se levantaba del suelo.

- Le aterra ese sonido por alguna razón que desconozco – me encogí de hombros – solo sé que cuando lo pronuncio se vuelve tan dócil que es irreconocible.

- Vaya, una palabra secreta

- ¡Wow! – Tomi alucinaba con toda esa información – ¿Cuál será su palabra secreta para "Ve por la pelota"? –

- No lo sé, pero en este momento lo único que me importa es lavarme la baba de perro que tengo por toda la cara – hizo una mueca de asco haciendo reír a Tomi.

- Y de paso puedes cambiarte esa polera embarrada no creo que nada de lo mío te quede, pero es algo limpio, si quieres

- Si, mamá nunca me deja comer con la ropa embarrada, ahora tu eres quien se tiene que cambiar

- Bien – alargo la palabra con un gesto de resignación, aunque la verdad se la estaba pasando muy bien con todo esto – Entonces – levanto las manos como esperando algo y yo solo pude quedarme viéndola Rebeca era bonita sin esforzarse, su pelo suelto y algo revuelto - a diferencia de la cola de caballo que suele traer en la oficina – se le ve realmente hermoso dándole un toque suave y delicado. Su ropa al igual que su pelo lucen completamente diferente a lo que son en la oficina zapatillas vans en vez de tacos un corto short de mezclilla y una camiseta de tirantes algo holgada en lugar de su traje con chaqueta la hacían ver mucho más relajada y me sentía increíblemente bien conociendo esta otra parte de ella – Oye, Eduardo ¿Sigues ahí? – paso su mano por enfrente mío moviéndola en círculos.

- Dime – dije volviendo a la realidad.

- Me prestaras alguna polera para cambiarme – me miro expectante a mi respuesta.

- Sí, claro – me golpeé mentalmente por haberme ido hasta otra estratosfera mientras los guiaba dentro de la casa – aquí está el baño – abrí una de las puertas en el primer piso dejando ver el amplio baño – te traeré una polera – los deje a ambos allí y subí rápidamente hasta mi habitación. Sin pensarlo mucho tomé un par de poleras y volví con ellos – Aquí tienes

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